Margarita Stolbizer se ha transformado en la dirigente política de la oposición con mayor respeto en la ciudadanía. Según una encuesta que circula en los despachos del Poder Ejecutivo Nacional, la líder del GEN es, con María Eugenia Vidal, el tándem más apreciado por los consultados a la hora de reconocer honestidad y militancia en sus principios. Lejos de ellas se ubica Elisa Carrió con alta imagen positiva pero con una análoga calificación negativa.Stolbizer es además la autora de las mayores complicaciones judiciales que tiene la ex presidente Cristina Fernández: sus denuncias en la causa Hotesur y Los Sauces son las que, de verdad, tienen embretada jurídicamente a la doctora Kirchner. Allí, sin más que un par de periciales contables que chequeen que en la administración anterior se contrataron hoteles de la familia presidencial por parte de una empresa dirigida por ella misma y que el patrimonio K no responde a ninguna evolución demostrable, la sentencia de condena está a un paso.¿Es por esto que Margarita tiene tanto predicamento? ¿Puede hoy ella ser la dirigente más apreciada de la oposición y haber sacado hace un poco más de un semestre apenas el 2 por ciento de los votos? Un secretario de estado que facilitó el resultado de esa encuesta asegura que sí. "A los argentinos nos gusta valorar a los honestos que combaten la corrupción cuando nos encuestan. Cuando votamos, nos olvidamos de todo eso y solemos elegir a los que han sido sospechados de corrupción o, incluso, condenados. Estamos convencidos de que para ejercer el poder corrupto, uno de ellos sabrá cómo manejarlo", expresó el funcionario en reserva. Sin embargo, consultó este cronista, María Eugenia Vidal fue votada como gobernadora demostrando que alguien valorada por su perfil personal (con escasa gestión) puede alzarse con las urnas. "Agradezcámoselo a sus jefes de campaña y a su estrategia: la humillación sin claudicaciones de Cristina a Scioli y la elección de Aníbal Fernández como contrincante no fallaron", ironizó el secretario.Stolbizer aparece como una pieza deseada para las elecciones del año próximo. Sergio Massa sigue soñando con integrar una boleta que la lleve a ella como candidata a senadora en la decisiva provincia de Buenos Aires y a él mismo para renovar su banca de diputado. La dirigente del GEN se encarga de repetir ante quien quiera escucharla que no es tiempo de alianzas. Al menos, para los comicios. Su partido tiene un espacio, sí, de consulta y consenso de proyectos legislativos en el que dialoga frecuentemente con el frente renovador. De hecho, muchas de las modificaciones en leyes como el blanqueo, el pago a jubilados o el arreglo de salida del default llevan la firma de ellos. La pata más progresista de los aliados de Stolbizer (Libres del Sur y los radicales más de izquierda) desconfían de Massa a quien describen como esos animales que vistos al trasluz de un vidrio no se sabe de qué lado están. El hombre de Tigre ya piensa en un remplazo. Su propia esposa, Malena Galmarini, una dirigente que camina en serio la realidad y la gestiona sin intermediarios, puede ser su carta fuerte.Cambiemos también alberga esperanzas de atraer a Margarita a su frente. Parece poco probable. El año que viene, un hombre con el que ella sí conversa de forma frecuente, asestará un golpe imperdonable para el PRO. Martín Lousteau dejará Washington para disputar una banca en la legislatura porteña e intentar que Horacio Rodríguez Larreta no repita su jefatura de gobierno. El hoy embajador en Estados Unidos puede ser un polo de construcción junto con fuerzas como el GEN.Todo sucede, hay que decirlo, porque la campaña política comenzó. La estructura política argentina adolece del disparate de dejar 10 meses cada dos años libres de contiendas electorales. Entre las renovaciones parlamentarias, las internas obligatorias, los comicios locales y provinciales desdoblados el plazo despejado de campañas es escaso. Al menos, en un país que parece valorar más lo que se dice y promete antes que lo que se hace en la gestión específica. El gobierno nacional está lanzado con todo a ese escenario. "Sin 2017 no hay 2019", repiten los que tienen sus despachos en la Casa Rosada. Allí hay que encontrar la razón para que el jefe de gabinete se haya quedado con toda la base de datos ANSES (junto con la de AFIP, las más ricas en contenidos) aduciendo voluntad de mejorar la calidad de comunicaciones.Semejante dislate es ilegal y contiene visos de atropellamiento político. Resulta que ahora se usarán datos del Anses para notificar la gestión de otros organismos del estado. ¿Piensan disolver las bien pobladas reparticiones de comunicaciones públicas de esos organismos? Si Anses, por ejemplo, comunica el plan de "reparación histórica" a los jubilados, ¿para qué necesita hacerlo Marcos Peña con esos datos? ¿Para hacer lo mismo? No hay dudas. Los quiere para hacer campaña política encubierta. Siempre se mandarán mensajes de los "logros" de la gestión. Y eso, más o menos opaco, es campaña.La provincia de Santa Fe es otro ejemplo del inicio del proceso electoral. No se puede entender de otra forma el destrato que por estos días Mauricio Macri le propinó al gobernador Miguel Lifschitz diciéndole, palabras más o menos, que con él no se podía hablar. El presidente transparentó la crisis del Frente Progresista local entre radicales y socialistas y encendió la mecha para que la ruptura definitiva explote cuanto antes. El PRO hace cuentas y se quiere quedar con las urnas santafesinas. En Balcarce 50 hay ya una mesa permanente de trabajo con gente de Cambiemos que invita regularmente a radicales para puntear nombres que quieran saltar el cerco y sumarse a su redil.Está claro que el PS no fue inteligente para retener a la UCR a la que postergó y ninguneó muchas veces. Hay buena parte de crisis propia y gestiones de gobierno del partido de la rosa muy pero muy pobres. Pero también es cierto que el gobernador Lifschitz es el mandatario más proclive a gobernar de manera práctica y eficiente luego de dos administraciones que coquetearon (especialmente Antonio Bonfatti, que luce aún hoy como filo peronista) con los anteriores gobiernos nacionales y, sin embargo, fueron castigados por los K. En el medio, claro, las necesidades de los ciudadanos santafesinos. Macri no está dispuesto a tomar en cuenta eso y sólo hace política electoral despreciando a un gobernador sin ver que él representa a muchos ciudadanos.Sería también interesante que los gobiernos (en este caso, el actual gobierno) recordaran que la mejor campaña es la concreción de realidades. La inflación que sigue descontrolada sin fecha cierta para su doma, la dificultad económica del día a día, dicen mucho más que las encuestas. Lo propio pasa con las recordaciones de hechos de corrupción de la gestión anterior. El gobierno que se fue ya puede considerarse como uno de los que más alta tasa de corrupción ha tenido en todas las gestiones democráticas de la historia. La desfachatez de algunos de sus integrantes, bailando al son de una triste canción que dice que en todos lados hay ladrones que esconden dólares en cajas de seguridad, es chocante. Pero no alcanza para justificar la mala gestión de sacudir el bolsillo con tarifazos o enflaquecer el bolsillo de los trabajadores. Para que eso no pase es innecesario adelantar la campaña electoral o esgrimir la corrupción (indiscutible) que se ha heredado. Alcanza con gobernar mirando a las mayorías.
Stolbizer junto con Vidal aparecen, según las consultoras, como las más reconocidas en materia de honestidad y militancia propias