El esquema federal del país se halla entre los temas prioritarios para el gobierno de Mauricio Macri en estos días.
Sin fuerza suficiente para imponer sus políticas en el Congreso, la relación con los gobernadores se ha vuelto un tablado vital sobre el que negociar los consensos necesarios.
Es un momento novedoso, en ese sentido. Tanto para la Nación como para nuestra provincia.
Alfredo Cornejo ha venido tomando debida nota de los beneficios y de los menoscabos de esta ligazón desde mucho antes de acceder al Ejecutivo provincial.
Como ministro todoterreno de Julio Cobos y, luego, como su armador político cuando este llegó a la vicepresidencia, experimentó de primerísima mano el estilo castigador de los Kirchner respecto de sus subordinados de tierra adentro.
La política del garrote vil era generalizada. Cualquier gobernador estaba a tiro de la represalia o de la humillación.
Pero había matices.
Algunos fueron más mortificados que otros. Porque, a su vez, algunos se arrodillaron más que otros.
Mendoza, por esto mismo, fue una de las más perjudicadas. Por la devoción sumisa de sus últimos mandatarios hacia el poder nacional, sin haber desarrollado una malla de contención que les sirviera, en su comarca, de contrapoder.
El final de esa historia de total obediencia debida es la paupérrima situación que hoy atraviesa Mendoza con sus cuentas públicas.
Una fábula de Cornejo a Paco
Cornejo, tal cual dijimos, sabía cómo venía la mano. De sobra.
Se lo advirtió a Francisco Pérez antes de asumir su gobernación.
Le gusta contar esta anécdota como si fuera una fábula de Samaniego. De un modo aleccionador.
Corría noviembre de 2011. Cornejo acababa de ser reelecto intendente de Godoy Cruz y era, además, el presidente de la UCR local. En ese carácter, Paco fue a visitarlo a su despacho municipal.
Está reflejado en los diarios de la época, según recuerda Cornejo.
Cuando Pérez le pidió una opinión, le dijo: "Mirá, Paco, necesitás una estrategia de recorte de gastos para ser autónomo económicamente. Es una premisa del peronismo: independencia económica, soberanía política y justicia social. Si no tenés independencia económica, no vas a tener una buena relación con la Nación; si estás pendiente de pagar los sueldos, de los gastos corrientes o de tomar deuda, la Nación te va a tratar muy mal y te va ningunear porque está en su esencia. Las provincias que tienen buena relación con el kirchnerismo son aquellas que controlaron sus gastos y con sus propios recursos garantizaban los gastos corrientes".
Pérez, por supuesto, ignoró el aviso. Se excusó diciendo que tenía un excelente trato con Cristina. Un trato directo.
Nunca una premonición fue tan exacta como la de Cornejo.
Cómo plantarse ante Mauricio
Ahora se abre una instancia similar a la que pasaron antes Cobos, Jaque y Pérez, porque Cornejo llegó a la gobernación como un firme aliado de Macri en Cambiemos.
Pero entendió que entregarse al líder nacional como un adolescente enamorado es pésimo negocio.
Tiene ejemplos a mano. Como el del sanjuanino José Luis Gioja que, si bien hizo de aplaudidor en cada acto y en cada cadena nacional de la Presidenta, dejó a salvo su impronta de rotundo jefe político provincial.
O como el de los Zamora, radicales K de Santiago del Estero quienes, si bien ejercen un caudillismo nepotista, han manejado con sensatez las cuentas públicas, lo que les valió el respeto del gobierno nacional.
Ahora bien, ¿cuál es el grado de compromiso de Cornejo con la Presidencia? La pregunta se fundamenta en que no pertenece a la oposición, como la liga de los gobernadores peronistas, pero tampoco a las entrañas del PRO, como el porteño Rodríguez Larreta o la bonaerense María Eugenia Vidal. No es un macrista de paladar negro.
"Nosotros también somos parte del oficialismo", desvela la incógnita uno de sus colaboradores con mayor capacidad de reflexión. "Tanto Cornejo como Morales, en Jujuy, o Ernesto Sanz, desde el armado político, son piezas fundamentales de la actual alianza de gobierno".
Resulta evidente. Lo cual no evita que el gobernador mendocino reclame, a cada momento, lo que cree que le corresponde a la Provincia. Para que a las promesas no se las lleve el viento. Y para no quedarse creyendo en cuentos de hadas.
Hasta ahora el negocio político está funcionando. Los mil millones de pesos que la Nación adelantó a Mendoza para atender sus urgencias y los recursos para afrontar la crisis vitivinícola son una muestra.
También las visitas, esta semana, del propio Macri y de los ministros Buryaile y Bullrich.
"Agreguemos el excelente trato que ha venido construyendo Enrique Vaquié , nuestro superministro, con primeras espadas nacionales como Frigerio, Sturzenegger, Prat Gay y Buryaile, estos dos últimos a través de la Cámara de Diputados", completa nuestro observador.
Se abre una gran puerta: la posibilidad de rediscutir el sistema federal y el régimen de coparticipación.
Afrontar el proceso bien parados no es poca cosa. Sobre todo frente a un liderazgo, como el del PRO, de neta raigambre porteña, que está entendiendo la necesidad de esparcirse por los intersticios del país profundo.