José Luis Salas
Lo que ha caracterizado a don Lorenzo Besa ha sido su espíritu emprendedor y su pasión por la fotografía, que contrajo como una enfermedad a los 31 años cuando trabajaba en un óptica. “Ahí me aficioné a la fotografía, aprendí y paralelo a mi trabajo sacaba fotos en eventos”.
La mayoría de sus fotos, que se atesoran en su casa y en la de su hijo Raúl Besa, el “hombre de tiempo”, fueron tomadas como una afición, ya que fue un hombre que encaró diversos emprendimientos, como la recordada heladería Tropicana, pero a través de ellas se pueden ver los cambios que hubo en San Rafael y en el Sur
“Valle Grande ya no se parece en lo más mínimo a lo que era. Había un solo sauce a la orilla del río, el que llegaba primero tenía sombra”, recordó entre risas.
También plasmó Sierra Pintada antes de que se excavara la mina. Fue contratado por la CNEA para tomar imágenes de los primeros estudios a las rocas.
Además, conoció y fotografió el hotel Termas El Sosneado cuando aún funcionaba y durante más de medio siglo, en sus periódicas visitas de esparcimiento, vio como se fue deteriorando por actos de vandalismo y robos de las instalaciones.
Su otra pasión, las actividades de montaña, también forman parte de sus fotos, ya sea en Lahuen-Có o Los Molles, cuando apenas había una huella y unas pocas construcciones, y no existía el complejo Las Leñas.
En todo este tiempo la tecnología evolucionó, pero don Lorenzo también tiene su camarita digital. “El cambio ha sido extraordinario”, destacó.