Parece broma pero no lo es. Un llamado al 911 puso en alerta roja a toda la policía sanrafaelina. ¿El motivo? Antes de la detención de Martín Lanatta, una mujer llamó y afirmó que los hermanos Lanatta y Schillaci estaban en una cabaña en Valle Grande.
Y fue justo en medio del acto en que el Director General de Policía, Roberto Munives, ponía en funciones a jefes de dependencias, por lo que gran parte de las fuerzas policiales de San Rafael estaba allí. El acto terminó en forma abrupta y todos los efectivos salieron disparados.
Un pelotón de combate se armó hasta los dientes y el resto del personal de Cuerpos Especiales estaba listo y a la espera de la orden que les diera luz verde para actuar. Mientras tanto personal de civil de Investigaciones y de Inteligencia Criminal se desplegaba y cercaba un complejo de cabañas y con el máximo sigilo realizaba las tareas de inteligencia.
Si bien muchos fueron pensando en que sería una falsa alarma hubo algún detalle que hizo dudar. En el lugar efectivamente había tres hombres solos, de Buenos Aires, y que viajaban en una camioneta. Solo les faltaba confirmar un simple y último dato (las identidades) para que el Valle Grande fuera testigo del operativo policial más importante en la historia moderna del sur provincial.
Finalmente la duda se despejó: fue una falsa alarma, no eran los hermanos Lanatta y Schillaci.
Solamente se trató de tres turistas porteños que decidieron recalar en San Rafael para disfrutar de las bellezas naturales que ofrece el Cañón del Atuel y una mujer, aparentemente con algún problema mental, los confundió.
“En el medio del acto ingresó el llamado al 911 y bueno, uno nunca sabe lo que puede pasar con estas cosas, hay que estar preparado para lo que sea”, confió una alta fuente policial.
El episodio de película ocurrió el sábado alrededor del mediodía. Mientras el país estaba expectante por lo que ocurría en Santa Fe con la persecución de los prófugos del penal de General Alvear, el llamado de la mujer al 911 los tomó por sorpresa a mitad del acto de asunción de los jefes policiales y obligó a movilizar a casi la totalidad de la fuerza.
“Con razón que terminó el acto y todos salieron corriendo”, comentó un vecino que estuvo presente en ese momento.
El personal que no iba al frente de ataque debía estar en guardia. En la oficina central los jefes seguían minuto a minuto el avance de la investigación e impartían las directivas.
“Se mandó a Inteligencia Criminal e Investigaciones primero para confirmar si era cierto o no, porque además, entrar de una con tanta gente y armamento iba a ser un escándalo, el complejo estaba repleto”, comentó una fuente policial.
Cuando los efectivos realizaron las averiguaciones, registraron la camioneta y corroboraron la documentación, terminaron de comprobar que no eran Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci con solo verles las caras.
En cuanto a la persona que efectuó el llamado, al parecer “vio que eran tres y llamó, pero gente que la conoce nos dijo que tiene algunos problemas mentales”, confió un policía.