San Rafael
Una reflexión a propósito de lo sucedido con un delfín en Santa Teresita y la costumbre que hemos adquirido de poner la selfie antes de todo.

Opinión: Los seres ordinarios y la selfie manía

Por UNO

La semana pasada el mundo nos odió, un poco más. Los titulares del mundo repitieron frases como “Muere delfín por argentinos que lo sacaron del agua para una selfie”.

 Lo ocurrido en las playas de Santa Teresita con ese puñado de descerebrados que mantuvieron fuera del agua un buen rato a una cría de delfín para retratarse no es más que una muestra de lo que nos está haciendo “las selfies” y en realidad la forma de vivir la vida social hoy en día.

Actualmente no nos hemos ido de vacaciones si no subimos una foto (selfie, claro) a alguna red social. No podemos ir a cenar a algún lugar sin tomar fotos, no podemos ir de paseo a un bello sitio si antes no lo retratamos y se lo mostramos a todos. No podemos conocer a una estrella de algo (rock, deporte o el mismo Papa) sin sacarle una foto en vez de tocarlo o simplemente conocerlo. Somos presos de la imagen, de la selfie. Adictos a  un (auto) retrato. Y así dejamos de disfrutar las cosas lindas porque sólo pensamos en meterlas en el recuadro de la cámara. No miramos todo el contexto, sólo enfocamos.

Al parecer nadie se tomó un minuto para pensar en qué pasa cuando un delfín (o cualquier pez) es sacado del agua por largo rato. Preferimos pasarlo de brazo en brazo para la “genial” selfie.

El Homo Sapiens ha ¿evolucionado? en eso. En un mono encantado con los autorretratos. Hay decenas de casos por el mundo de personas que murieron por tratar de hacerse una selfie en algún lugar peligroso o en una situación peligrosa. ¿Será una moda? Ojalá.

En los últimos años las tendencias en internet han variado a una velocidad apremiante. Como así también las páginas o redes sociales donde volcamos toda nuestra actividad social.

Es difícil anticipar si esta etapa que vivimos como entes sociales será ya por siempre así o si en algún momento (ojalá que no en muchos años) cambiaremos para dejar de ser tan selfie adictos y convertirnos en seres que disfrutemos más de lo que nos rodea y de ser el único animal con raciocinio.

Y sino, que los delfines tomen nuestro lugar.

Por Javier Martín

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