Por María Elena Izuel
A medida que pasaban los años se necesitaban más y más oficinas, por lo que la antigua Casa de Piedra quedó muy chica y en el año 1938, siendo intendente el escribano Roberto Burgos Terán, decidió construir un nuevo edificio.
El pueblo sanrafaelino lo apoyó aceptando todas las obras progresistas que proyectó y se cuenta que no conseguía la aprobación del Concejo Deliberante para construir el nuevo edificio municipal, por lo que según una anécdota, citó a todos los empleados municipales para un día sábado, con el fin de demoler el antiguo edificio, tomando él mismo un pico, con gran voluntad, para dar ejemplo.
Uno de sus más cercanos colaboradores fue el arquitecto Alfredo Nenciolini, quien proyectó y llevó a cabo importantes obras para San Rafael. Le gustaba mucho la historia y se interesó por la de nuestro terruño con fruición. También efectuó el dibujo del Fuerte de San Rafael sobre la base de los documentos hallados y a los testimonios brindados por don Narciso Sosa Morales.
El trazado del nuevo edificio municipal fue obra de Nenciolini, en ese momento director de Obras Públicas. El proyecto mostraba la influencia marítima propia de la década del '30. Las ventanas redondas como ojos de buey, balcones con barandas y la fachada curva, que simulaba la estructura de un barco. Se preveían dos pisos, con un salón de actos y el ala norte exclusivamente para el Concejo, lo que se concretó con el tiempo.
El palacio municipal
Con las economías agregadas en el presupuesto de los años 1938 y 1939, se puso construir la primera parte del edificio, que fue inaugurado en diciembre de 1939.
En el diario Los Andes de fecha 18 de abril de 1941 se publicó un artículo cuyo título era: “El adelanto experimentado por San Rafael en los últimos 4 años” , y se refería a la obra desarrollada por el intendente Burgos Terán. En esas añosas páginas se puede leer: “El Palacio Municipal: es éste, quizás, el más alto exponente que puede ofrecer San Rafael, atendiendo al adelanto edilicio, a la técnica moderna, a suntuosidad y al verdadero esfuerzo de control en la administración.
“La vieja casa municipal que fuera asiento comunal desde la época de don Rodolfo Iselín fue remplazada por lo que es hoy uno de los más legítimos orgullos de la ciudad y que se ha dado en llamar el Palacio Municipal, por sus características, que tienden a reflejar ese estilo”.
Una parte del antiguo edificio se mantuvo en pie, funcionando en él algunas oficinas que no cabían en lo que ahora era la “nueva” municipalidad.
El reloj de la torre
La construcción se continuó en años posteriores y se puede decir que aún no ha terminado, pues siempre surgen ampliaciones. Es de destacar la hermosa torre del edificio, donde había un reloj que daba la hora a la población. Fueron muchas las generaciones que se guiaron por sus campanadas; lamentablemente, pese a los esfuerzos realizados en su mantenimiento, en estos momentos ya no funciona. Es también muy bella la puerta de entrada realizada en bronce.
El Palacio Municipal es realmente un orgullo para los sanrafaelinos y motiva la curiosidad de los turistas que nos visitan.
Proyecto
El proyecto desarrollado por el arquitecto Alfredo Nenciolini preveía un edificio que ocuparía la totalidad del solar donado por Rodolfo Iselin. Nenciolini estudió la historia del departamento para diseñarlo, pero sucumbió a la moda del “estilo Barco“ vigente por esos años.