Detrás de una pequeña ventana en Emilio Civit 431 nos atendió Aurora, sonriente, activa, desde su casa y puesto de trabajo desde hace 70 años. Tenía apenas 20 cuando comenzó a trabajar en el rubro del comercio y hoy, con 90, continúa su actividad con más energía y lucidez que nunca. Mientras realizaba su labor de kiosquera como un día cualquiera, Aurora Quesada de Bonomo permitió a UNO San Rafael conocer más de su vida.
Desde la comodidad de su hogar y con la serenidad de quien ha vivido tanto tiempo, Aurora comentó haber trabajado durante muchos años prácticamente todo el día, sin parar a comer, ni para dormir la siesta; sin saber lo que son los feriados, las fiestas o las vacaciones. Y aunque hoy elige abrir su kiosco algunas horas menos, sigue trabajando doble turno, porque para ella "trabajar es vida".
Luego de tantos años de trabajo y de haber visto pasar a una gran cantidad de gente por su kiosco, ella sostiene que no puede decir nada malo, que sólo tiene satisfacción de su negocio. Y aún que hoy todos le aconsejen cerrarlo para descansar, simplemente no puede. "Es muy fuerte para mí, lo tengo metido en las venas", explicó Aurora.
Por otro lado, la mujer comentó tener una relación muy especial y cercana con sus habituales compradores. "A mis clientes los adoro, porque todos me respetan. Algunos son como mi familia, los tengo hace más de 50 años", aseguró.
"El kiosco es todo para mí, no puedo decir que lo estoy haciendo a la fuerza porque es mentira, lo hago porque así lo siento, porque quiero", destacó.
La kiosquera de 90 años asegura que el secreto para haber perdurado tanto en el tiempo es "trabajar con alegría" y recomienda a los jóvenes emprendedores de hoy que aprendan a ganarse las cosas por sí mismos, sin pedir nada a nadie, y que lo hagan siempre honradamente. "Lo principal es respetar y hacerse respetar", sentenció.
Al final de nuestra charla, Aurora afirmó haber sido muy feliz con su negocio. "Todo el trabajo que he hecho hasta ahora ha sido sano, lindo, cualquier emprendimiento que uno tenga, sabiéndolo llevar, es una cosa hermosa. El kiosco es mi vida, si no trabajo, me muero", culminó emocionada.
Nos despidió con la misma sonrisa que nos recibió y sin perder el tiempo volvió a su puesto laboral, enérgica, ágil, lista para recibir a su próximo cliente.