Objetivación, violación, abuso sexual de menores. Los autores creen que los robots podrían dar inicio a una auténtica "revolución" sexual, pero también comparten su preocupación ante el hecho de que estos aparatos puedan aumentar la cosificación de las mujeres, alterar las percepciones del consentimiento y utilizarse para satisfacer deseos que de otra manera serían ilegales.
Sharkey ha mencionado que también existe el riesgo de que estas máquinas estimulen a los violadores. "Algunas personas dicen: 'Bueno, es mejor que violen a los robots que violen a personas reales' (...), pero otros piensan que esto solo animará más a los violadores", explica.
Además, a los científicos se les preocupa la perspectiva de que se creen robots sexuales de niños. Ya hay muñecas sexuales de este tipo creadas por una compañía japonesa cuyo dueño es un pedófilo quien declaró que su invento evita que él y otros pederasta abusen de niños reales. Sin embargo, Sharkey es escéptico respecto al argumento de que los robots puedan ayudar a las personas a superar sus fantasías sexuales, sino que cree que es más probable que "alienten la pedofilia y hagan aceptable las agresiones a niños".
En la misma línea, Patrick Lin, director del grupo de ética y ciencias emergentes de la Universidad Estatal Politécnica de California (EE.UU.), considera que "tratar a los pedófilos con robots sexuales de niños es una idea dudosa y repulsiva". "Imagine tratar el racismo permitiendo que un fanático abuse de un robot marrón. ¿Funcionaría eso? Probablemente no", ha aseverado.