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En el distrito Rodríguez Peña los vecinos luchan desde hace seis años contra esos insectos, que llegaron cuando se instaló una avícola. Ni el destacamento se salva de la invasión.

Una nube de moscas se convirtió en una verdadera pesadilla para los habitantes de Junín

Por UNO

Están por todos lados. Dentro y fuera de las casas, en la despensa, en la escuela y hasta en el centro de salud. Están siempre, en verano y en invierno. Se meten por las rendijas, por cualquier espacio mínimo. Infectan  heridas y atormentan a los enfermos. No se notaban hasta hace 6 años, cuando comenzaron a invadir la villa del distrito Rodríguez Peña, en este departamento. Moscas. Nubes de moscas. Dicen que no se puede  combatirlas porque los componentes nacionales de los insecticidas no son tan eficaces como los importados. Mientras, centenares de familias las padecen.

Todos coinciden y nadie niega que la plaga se reproduce en una granja avícola que está sobre la calle El Sauce, en el extremo sur del pueblo. Los vecinos cuentan que hace muchos años que funciona ese establecimiento “pero nunca habíamos tenido problemas hasta hace seis años, cuando empezaron a aparecer las moscas”, contó Omar, uno de los vecinos afectados.

“No queremos que cierren la granja ni que la relocalicen. Allí trabajan varias familias de Rodríguez Peña. Sí queremos que se ataque este problema de las moscas, porque es imposible vivir de esta manera”, dijo Javier, otro de los preocupados habitantes del lugar.

Los lugareños han realizado concurridas reuniones para debatir sobre esto y han efectuado andanadas de presentaciones, denuncias y quejas a distintos organismos, desde el Senasa hasta la Municipalidad.

“Hace un  tiempo el jefe de Veterinaria y Bromatología de la Municipalidad de Junín, Pablo García, envió personal y de un día para otro los insectos desaparecieron, pero a las pocas semanas volvieron a aparecer”, contó Omar.

Doña Pepa tiene una despensa bien completa. Limpia y ordenada. Nunca había tenido problemas para subsistir pero las moscas ahora la han puesto en crisis. “Me espantan los clientes. Debo luchar todos los días para  procurar que la mercadería esté resguardada, pero aun así hay moscas que se meten hasta dentro de la heladera”, cuenta.

Raúl vive a casi 8 cuadras de la granja y hasta allí llegan las moscas. “Afectan un radio de un kilómetro a la redonda. Hay cientos de moscas hasta en la escuela (Nicolás Rodríguez Peña), en el centro de salud, en la iglesia y  en el destacamento”, dice.

La Comuna y la granja respondieron lo mismo: que están tratando el problema, que hay limpieza y fumigación periódicas pero que ninguna de estas acciones logra hacer desaparecer totalmente el problema y argumentan que una de las razones es que la medida de bloqueo de importaciones afectó las fórmulas de los insecticidas, que ahora no logran eliminar las larvas. “Alguna solución tiene que haber. Nosotros no estamos en contra de  nadie, sólo queremos poder vivir con normalidad”, dijo otro vecino.