País

Los protagonistas del revés electoral brindan explicaciones absurdas. En cambio, intendentes radicales y los socialistas de Binner toman iniciativas.

Negociaciones y cuenta regresiva

Por UNO

Que si los votantes de Cristina son los mismos que siguen a Tinelli, que si son los que votaron a Macri y a Del Sel, que si el campo real votó a la oposición... A esta altura los intentos de interpretación forzada huelen a excusas de patas cortas.

Les cuesta asimilar la derrota, cuando cegados desde mucho antes de las elecciones, se empeñaron en armar y desarmar tortuosos acuerdos para llegar a nada. Porque sin negar los logros genuinos del Gobierno, sobresalen los desaciertos de los que fueron incapaces de generar un proyecto alternativo para conducir el país, nada menos.

Tras el huracán cristinista, al menos los intendentes radicales –azuzados por Cornejo– van por desdoblar las elecciones para el 2 de octubre, pese a la resistencia de su candidato a gobernador. Los jefes comunales creen que esa sería la carta matadora para pelear la reelección en el pago chico y en tal caso, serviría como envión para la campaña de Iglesias al propiciarse un clima más apacible a sus aspiraciones.

Las críticas a la movida no se hicieron esperar pero estos dirigentes, en lugar de paralizarse, buscan una estrategia, un camino menos sinuoso para mantener las gestiones locales. El probable triunfo del Viti, considerado demasiado independiente del partido, no significaría lo suficiente para el hombre que pretende volver a gobernar la provincia.

Lo de sumar otra cabeza alternativa a Alfonsín en la boleta radical ya está decidido. Binner es la esperanza. El santafesino está pidiendo a cambio el vice y dos legisladores, lo que al parecer no cuajaría, aunque un acuerdo sería inminente porque les conviene tanto a socialistas como a radicales. La alianza que no alumbró antes de las primarias, se va tejiendo de esta manera como solución electoral en media docena de provincias.

Los gansos, agrandados por la buena performance de Rodríguez Saá en Mendoza, van a oficializar una fórmula encabezada por un demócrata secundado por un peronista disidente. Mientras, sellan acuerdos para llevar como candidatos a intendentes radicales, por ahora en Tunuyán y en Rivadavia. Las demás listas mendocinas que compiten en octubre piensan, ante todo, en los cargos legislativos. Paco Pérez y Carlos Ciurca, sabiendo que corren con el caballo del comisario, invierten su tiempo en recoger y dar a conocer propuestas de gobierno.

Las posibilidades de cualquier lista opositora tendrá que esforzarse por subir la cuesta, teniendo en cuenta que el electorado es proclive a la continuidad, por el peso en el platillo de cierta bonanza económica y por la liviandad que de cara a las primarias exhibió la oposición. Tanto, que los últimos escándalos mediatizados no hicieron mella en el caudal electoral. Por sobre todo, porque a pesar de sus defectos, el poder es ejercido por una mujer que ha sabido sobreponerse a los peores escenarios ante los ojos del soberano.

Considerada como un títere de Néstor Kirchner en los primeros tiempos de su gobierno, a punto de renunciar cuando en su círculo íntimo evaluaban que detrás del conflicto con el campo anidaba un objetivo destituyente, y luego de perder las elecciones legislativas de 1999, Cristina Fernández logró una mayoría popular abrumadora e impensada al momento de la pérdida de su marido, socio político y compañero de lucha.