En la primera y en la mayoría de los segundos, ganó el Frente Cambia Mendoza. Su mismísimo nombre ya nos indica la necesidad y la esperanza de un cambio expresado por la ciudadanía en las urnas. Si se concreta o no ya es otra historia, pero es –al menos– un comienzo.En principio, este resultado es la clara muestra de un hartazgo. Uno que se puso especialmente de manifiesto fue el departamento de Luján de Cuyo, asolado por la mala praxis gubernamental y la inseguridad.También han sido importantes y por los mismos motivos, las elecciones en Las Heras y Guaymallén, en las que también perdió el oficialismo del FPV. ¿Por qué?Simplemente, porque desde esas comunas partían los contingentes de desplazados que fueron creando las condiciones para la inseguridad. ¿Cómo? Muy sencillo, mediante el traslado de población marginal desde Las Heras y Guaymallén se fueron armando los asentamientos ilegales del Bajo Luján, la calle Chile y la Estación Blanco Encalada.No se puede amontonar a las personas que no estudian ni trabajan como si fueran refugiados, para hacerlos vivir dependientes sólo de la asistencia pública.Se puede ser pobre y honesto. El problema es cuando se empuja a la gente a la marginalidad, porque se le quita su dignidad y se la hace presa fácil de las mafias. Sean éstas gubernamentales o privadas.Hacer esto es sólo proveer de mano de obra barata a la delincuencia organizada y al narcotráfico. Verdaderos motores de la inseguridad.Pero no nos equivoquemos. Nada de esto se hizo en forma casual. Formó parte de un plan político sistemático: el de manejar al departamento de Luján y a Mendoza mediante la creación de una masa de dependientes del clientelismo que ejercía la administración del Estado.Por suerte ha fracasado. Pero sus consecuencias las pagaremos por un largo tiempo.Es hora de actuar. Los vecinos de Luján debemos organizarnos para peticionar y exigirles a las nuevas autoridades no sólo la observancia de sus promesas, también el cumplimiento de sus deberes como servidores públicos.Queremos, para empezar, que nuestro impuestos y tasas se traduzcan en cosas simples tales como iluminación, barrido y limpieza.Lo primero que se hace para combatir una plaga es limpiar y ordenar.Para seguir, aunque sabemos que es más complicado, no queremos a una Justicia ni a una policía complacientes con los que no cumplen con la ley.Para terminar, como sostiene Mahatma Gandhi, el problema de las comunidades no son los malos. Que son pocos y bien conocidos por todos; sino la indiferencia de los buenos, que son la inmensa mayoría.Por lo tanto, dejemos de quejarnos y salgamos del caparazón de nuestra indiferencia. No hacerlo sería cómplice, casi suicida.