“La primera vez que vino mi novio se lo llevó para darle una charla”, cuenta Valentina, y Adolfo agrega riéndose: “Lo afiliamos y lo hicimos de Boca”, mientras llega de la cocina con el primer mate, lo deja y se va a ver a su nieta Delfina, de un año y dos meses, que antes habían dejado durmiendo. Todos coinciden en afirmar que “está hecho un baboso” con la pequeñita de la familia. Unos minutos más tarde, la niña se despertará después de que el abuelo nuevamente haya ido a verla. No le creen. “Seguro que ya la despertó él”, dicen sus hijos que, ya lo conocen.El clima es distendido, todos se acomodan en los sillones para ser entrevistados, pero hay un par de ellos que son los que más hablan: Martín, el mayor, y Valentina. Viven todos juntos, excepto Martín, que está casado. “La campaña para mí ha sido divertida. Lo que más me ha gustado es que las dos familias nos hemos llevado bien, ellos dos se llevan bien, así que la hemos pasado bien. Como las hijas de Diego (Martínez Palau) tienen mi edad, lo he pasado bien”, dice la jovencita.Aunque están acostumbrados a tener un padre dedicado a la política toda su vida, aseguran que esta vez todo ha sido mucho más intenso. “Las críticas nos llegan, las vemos y nos ha pasado en algunos debates que nos buscan, son cosas que no dejan de molestarnos. Nos duele, pero no podemos decir nada ni hacer nada”, dice Martín.Emmanuel es quien trabaja junto “con el Adolfo” -como le dicen- y el único que piensa en la posibilidad de seguir, más adelante, una carrera política. “Como padre siempre se hace tiempo para estar con nosotros. Ahora, con el Senado, tenía la posibilidad de estar los fines de semana”, cuenta.Valentina comenta que es estricto y se enoja poco, pero que, cuando lo hace, es bravo. “Se enoja y te dice dos palabras y te hace sentir mal una semana. No te habla, es una estrategia”, dice.Los dos varones más grandes son los asadores de la familia, una tarea que heredaron y aprendieron a hacer de Adolfo. “Obviamente, le ponemos un diez, aprendimos del mejor”, dicen entre risas.Los chicos comentan que para hoy no tenían ningún regalo planificado, pero que a su papá le encantan las alpargatas, tanto que hasta hace que a ellos también les tengan que gustar. Pero, rápido, Martín corrige: “El triunfo le vamos a regalar”. Todos están nerviosos y muy ansiosos, y participarán como fiscales del partido en las elecciones.“Mis hijos son todo, mi vida. Esta pioja –por su nieta, que tiene en brazos– es todo. Siempre me he hecho tiempo para estar con ellos, inclusive cuando era intendente siempre trataba de dejarme un hueco para pasar por acá, una tardecita para irme con mi señora al cine y cenar los dos solos”, dice el candidato que pasa, ceba otro mate, y vuelve a jugar con la pequeña.
►Papelón. “Una vez estábamos en un casamiento y en el salón de al lado estaba Valentina. Entonces fui a ver qué estaba haciendo y me asomé entre los arbustos hasta que el guardia de seguridad me dijo: ‘¿Qué necesita, intendente?’ ¡Una vergüenza!”.
►¿Y alvarito? “Cuando era chiquito –por Álvaro– teníamos que salir. Y subimos todos, estábamos en el auto y algo nos faltaba, y nos habíamos olvidado del más chico... Tuvimos que pegar la vuelta”.
Embed
Familia completa. Álvaro, Emmanuel, Rodrigo, Adolfo, con Delfina en brazos, Martín y Valentina.
Embed
En los momentos previos a las elecciones, el candidato del Frente Para la Victoria, Adolfo Bermejo, se fue a tomar un café en la mañana al Arena Maipú y ahí atendió a algunos medios y dio entrevistas. Después, al mediodía, eligió almorzar en familia y tranquilo, para descansar y disfrutar acompañado de sus seres queridos.