También se destacaron las presentaciones de León Gieco, la contundente y esperadapresentación de Jauría –la nueva banda de Ciro Pertusi– y las buenas ondas y las letras decontenido social que aportó lo mejor del reggae argentino que ocupó el escenario temático. Los dos próceres del rock argentino Charly García y Spinetta atraviesan situaciones disímilesy mientras el primero lucha para recuperar su mejor estado físico y mental, el otro se encuentra enuna situación relajada. Charly está en búsqueda de encontrar el mejor García compositor y en ese camino lucha contrauna banda floja y despareja, de la que sólo se puede rescatar al guitarrista, el Negro GarcíaLópez. Spinetta, en cambio, produjo modificaciones en su banda y se despachó con un repertorioprofundamente antifestivalero que incluyó largos pasajes de jazz rock, lo que constituyó en casiuna herejía, aunque el Flaco tiene la autoridad para hacerlo. Skay está en otro estadío de la vida, busca su lugar en el Olimpo con una banda notable, condiscos solistas que van sonando cada vez mejores y confirma que en el interior su poder demovilización es muy grande y que tarde o temprano Capital Federal va a caer. Charly, quien presentó como corista a la sensual Rosario Ortega en remplazo de HildaLizarazu, interpretó todos sus viejos hits en una seguidilla y dejó en evidencia la idea de que eltrío chileno que lo acompaña desde hace años ya cumplió su ciclo y que es hora de remplazarlos porun bajista y un baterista que a su vez exijan al bigote bicolor. Spinetta cambió a Matías Méndez por Nerina Nicotra en el bajo, volvió el Mono Fontana enteclados en remplazo de Claudio Cardone, pero no entregó a Baltazar Comotto en guitarra. Con ellos tocó Ludmila, homenajeó a Gustavo Cerati con una hermosa versión de Té para tres ypidió que lo acompañara su hija Vera en algunas canciones jazzeras, incluidas un cover de HugoFattoruso Milonga blues. Para Skay, venir al Cosquín es un placer, por eso su compañera, la Negra Poli, es casi unaasesora de José Palazzo, el productor del festival, y ambos se sienten como en casa en estefestival. Con muchas canciones de sus tres discos solistas, que la gente ya sabe de memoria –lo quemarca una llegada notable de ese material–, y algunos clásicos de los Redondos, Skay consiguió otravez una de las calificaciones más altas del Cosquín. El notable guitarrista muestra todos sus gustos e influencias, en algunos momentos pareceNeil Young y Crazy Horse, en otros Lou Reed, otras veces Tom Petty y Bruce Springsteen, aunquenunca deja de ser Skay. León Gieco subió acompañado de Andrés Giménez y D-Mente, con los que hace versioneshardrockeras de sus clásicos que insuflan nueva vida a un repertorio probado y exitoso. Dred Mar-I –en el escenario temático– confirmó su notable auge, mientras que Nonpalidece,Fidel Nadal, Los Cafres y los Pericos ratificaron que la escena reggae se reformula constantementey que ya está instalada en ligas mayores. Para destacar fue el sonido entre grunge y punk a lo Foo Fighters que entrega Jauría, elcombo que integran Ciro Pertusi en voz, Pichu Serniotti en guitarra, Ray Fajardo en batería y MauroAmbessi en bajo. Pertusi es un cantante que se reformula, que se anima a cerrar ciclos y abrir sin vampirizarsu repertorio y que en ese ruta abre su garganta a nuevos sonidos, mucho más elaborados que loanterior.