BUENOS AIRES– El sábado, mientras los festejos del Bicentenario se desarrollaban en un clima de
inmensa participación popular, sobre la avenida 9 de Julio se largó a llover. Pero a llover en
serio, durante varias horas. Miles y miles de personas trataron de buscar refugio para no terminar
empapadas. Varias de esas miles se metieron en el subte para esperar el fin del vendaval.
El clima allí abajo era sofocante, húmedo, mojado, ruidoso, apretado. Todo podía pasar. Pero
no.
De repente un grupo de mujeres empezó a entonar el Himno. A los pocos segundos, todos lo
estaban cantando.
La imagen fue conmovedora. Algunos se divertían. A otros, la gran mayoría, se les notaban las
lágrimas en los ojos. En ese espacio bajo tierra, la emoción se palpaba. Como se palpó durante
estos últimos cinco días en cada uno de los actos, espectáculos y eventos.
Es una tarea imposible que en esta ciudad se puedan juntar un millón de personas a la vez sin
que se registre algún tipo de incidente. Pero pasó. La gente quiso que el cumpleaños número 200 sea
una fiesta; se notaba que tenía ganas de andar con el pecho inflado a causa de cualquier episodio
que le recordara su argentinidad. Trató de apartar las diferencias, las desigualdades, la realidad
de vivir en democracia, pero con miedo y en un país inequitativo.
Solo faltó que su dirigencia política la acompañe. La presidenta, Cristina Fernández; el jefe
de Gobierno porteño, Mauricio Macri; los gobernadores del PJ y algunos legisladores de la oposición
no hicieron la pausa para sumarse al espíritu colectivo. Esto se notó, sobre todo, en la
inolvidable reapertura del teatro Colón.
Mendoza participó en la celebración de la misma manera que lo hace día a día en el contexto
nacional. De manera sobria, pero muy chiquita. Casi desapercibida. Sólo la rescató de ese lugar la
representación de la Fiesta de la Vendimia, que logró orientar el lunes por media hora la mirada de
unas 30.000 personas hacia nuestra provincia. Y que el sábado, en el desfile de las provincias, le
dio a Celso Jaque la oportunidad de sentirse protagonista nacional aunque sea por quince minutos.