Fabián [email protected]
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“Malvinas es una causa nacional y personal. Marca un antes y después en mi vida. Yo en 1982 estaba en el top ten de los periodistas televisivos y pasé a ser perseguido, prohibido, calumniado pero jamás lamenté haber estado en las islas. Si hoy tuviera una máquina del tiempo, a sabiendas del precio que tendría que pagar, volvería a hacer lo mismo”.
Quien habla así es Nicolás Kasanzew. Hoy tiene 63 años, pero a los 33 fue el periodista que cubrió la Guerra de Malvinas desde las islas para ATC (hoy la TV Pública), algo que lo perpetuó como un mensajero del triunfalismo que el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri transmitía a los argentinos, mientras cientos de soldaditos morían y la derrota de las fuerzas argentinas era inminente.
Desde 1990 Kasanzew vive en Miami, donde hoy trabaja como productor televisivo free lance. Estuvo en Mendoza el jueves, cuando dio una charla en la Bodega Centenario de Guaymallén sobre su rol en la guerra.
En diálogo previo con UNO aseguró que su presencia en las islas se debió a la causalidad: “Siempre quise cubrir periodísticamente una guerra de alta intensidad y desde chico soñaba con reconquistar Malvinas, que era la última causa romántica de un argentino. De 1.000 periodistas, el que quedó allá fui yo por una cuestión mística: ni siquiera estaba en ATC cuando tomaron las Malvinas. Unos días antes de la invasión me citó el productor de 60 minutos (noticiero oficialista que conducía José Gómez Fuentes) para decirme si quería pasarme a ese programa. Arreglamos y cuando el 2 de abril llegué al canal, Víctor Sueiro me dio la noticia. No habían enviado a nadie y pedí que me enviara a mí.
–Más allá de la causalidad, ¿por qué se quedó en las islas?–No puedo explicarlo, lógicamente. Una vez en las islas, iban los periodistas, hacían sus notas y se volvían. Yo, que ni siquiera soy argentino nativo (nació en Austria), en cambio debía quedarme a hacer mi trabajo.
–Ese “deber” lo dejó como un periodista maldito...–Pero di la cara y no desinformé, en tanto que los periodistas del continente desinformaban al pueblo.
–¿No era una pieza del engranaje propagandístico de la dictadura?–No teníamos retorno de lo que se emitía en el continente. Recién cuando volví junto con mi camarógrafo nos enteramos de que el 90% de lo que filmamos no se mostró o fue destruido. Evidentemente yo no era funcional a la propaganda triunfalista.
–¿Qué pasó cuando conoció la guerra que se “peleó” en el continente?–Entendí la frustración del pueblo argentino, que es uno de los factores del proceso de “desmalvinización”, porque era como que estábamos a punto de entrar en Londres y de repente nos rendimos. Entiendo por qué la población les dio la espalda a Malvinas y a los combatientes.
–¿Y después?–Los primeros que me persiguieron fueron los militares: habíamos perdido, se quería olvidar, y yo era un recordatorio viviente de que había existido la guerra; por eso dieron la orden de que no trabajara más. Después fui prohibido por el gobierno de (Raúl) Alfonsín a través del secretario de Cultura (Carlos Gorostiza). Cuando fui a preguntar por qué me prohibían, frente a Marcos Aguinis me dijo que yo no podía trabajar porque era la cara de Malvinas.
–Pero fue la cara de Malvinas...–No lo niego. Pero la diferencia es que los Gorostiza, los Aguinis y muchos otros lo consideran un insulto, cuando es un elogio que no merezco: la cara de Malvinas son tantos soldados que dieron su vida. Los imbéciles que creen que con eso me estigmatizan no saben de qué están hablando.
–Usted tiene una pensión vitalicia como héroe...–El Congreso nacional equiparó a los civiles que estuvimos en Malvinas con los combatientes. Soy lo que se llama “civil en apoyo de combate”. Pero yo no soy un héroe. Tampoco soy un villano.
Para él, Malvinas fue el “antiproceso”Nicolás Kasanzew considera que ni el gobierno de Néstor Kirchner ni el de Cristina Fernández han reivindicado la guerra de Malvinas y a sus héroes.
“No sólo hubo abandono de persona cuando los combatientes fueron dejados sin cobertura médica o psicológica, sin trabajo, sin que se los escuchara, también les quebraron la autoestima al seguir diciendo hasta hoy que fue una guerra absurda resultado de los vahos alcohólicos de un general que se despertó una mañana y decidió tomar las Malvinas”, considera.
Para él, esas “son terribles mentiras. Ellos fueron a defender la patria y cuando volvieron se les dio la espalda hasta hoy. El pueblo siempre hizo muy bien la distinción entre el gobierno militar y la causa de Malvinas, que nada tiene que ver con el Proceso. Es más, fue el antiproceso”.
Desde su óptica, “es momento de contar la verdad y eso es tarea del Estado, dándoles espacio a los combatientes para que den testimonio. Abrirse los medios de comunicación, dejar el pensamiento único ideológico de lado y abrir el juego. Que se sigan contando las miserias de la guerra, pero también la otra parte”.