Hoy el título bien podría repetirse si se analiza el otro testimonio que hubo el mismo día que declaró Espeche. Es que antes que él y por teleconferencia desde Córdoba compareció ante el Tribunal Oral Federal Vicenta Olga Zárate.La mujer, peronista, tiene dos hermanas desaparecidas y ella misma sufrió la represión ilegal. No sin dificultad y con mucho valor recordó su calvario. Le costó precisar fechas pero lo sustancial de su cautiverio no lo ha olvidado.Estaba internada en el Policlínico de Cuyo el 12 de febrero de 1976, recuperándose de una importante operación en el vientre, con una herida considerable y 33 puntos de sutura. Desde allí la secuestraron y la llevaron al D2, centro clandestino de detención de la Policía de Mendoza. Cuando la blanquearon y pasó a ser “detenida legal” la llevaron a la Penitenciaría Provincial y su derrotero continuó por los penales de Córdoba y Villa Devoto, en Buenos Aires. Allí recuperó la libertad en 1981.Lo peor, claro, fue en el D2. Ya se sabe, y mucho, lo que hacían allí con los cautivos. Hemos escuchado cientos de testimonios referidos al maltrato, las torturas, los ataques sexuales, los golpes y hasta la “creatividad” que mostraban los represores para que los apremios fueran peores. Como lo hicieron con Olga, para picanearla y violarla aún convaleciente de una intervención quirúrgica, con 33 puntos de sutura. Y no vamos aquí a describir los detalles macabros de cómo fueron los hechos relatados por ella misma.Se entiende más entonces lo que sucedió ayer, en una audiencia especial del megajuicio. El fiscal Dante Vega, el representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Fernando Peñaloza, y los abogados del MEDH (Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos) Pablo Salinas y Viviana Beigel –también estuvo el subsecretario de Justicia de la provincia, Sergio Bonsangüe– ampliaron la calificación de la imputación contra todos los acusados (ex policías, ex militares y cuatro ex jueces), sumándoles el delito de ataque sexual, que también es considerado de lesa humanidad. Y vaya si lo es.