A los 19 años comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y dos años más tarde los abandonó para ingresar al seminario, de donde egresó como sacerdote en 1954. Su trayectoria de compromiso social y político se profundizó en 1968 en París: allí se acercó al Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo –MSTM, una corriente de jóvenes curas renovadores que planteaban una relación de compromiso político con los sectores marginados de la sociedad–, junto a los cuales adhirió a las revueltas obreras y universitarias reconocidas como Mayo Francés.
Esta profunda convicción de luchar por sus ideales y por losderechos de los más desprotegidos lo enfrentó a las altas esferas de la institución católica que por esos años acordaba estrechamente con el gobierno de facto que encabezaba el general Juan Carlos Onganía.
De regreso de Francia, Mugica se encontró con Juan Domingo Perón, quien estaba exiliado en Madrid y años más tarde acompañaría en su vuelta a la Argentina. Ya en Buenos Aires y presionado desde el interior de la jerarquía eclesial, Mugica se enteró que como castigo por las actividades políticas habían decidido enviarlo a hacerse cargo de una nueva parroquia en el barrio porteño de Comunicaciones, en Retiro.
Allí, en lo que hoy es la Villa 31, el Padre levantó la parroquia a la que dedicaría su vida y a la que puso un nombre que sintetiza su fe cristiana y su conciencia de clase: "Cristo Obrero". Mugica fue también un importante intelectual que dio clases en la Universidad de El Salvador y escribió diversos artículos de contenido político y social sobre temas como el cristianismo, el peronismo y el socialismo.
El mismo año de su muerte, se publicó un disco llamado "Misa para el Tercer Mundo", para el que escribió todas las letras que fueron interpretadas por el Grupo Vocal Argentino sobre ritmos argentinos, africanos y asiáticos.
A fines de ese año, todas las copias no vendidas fueron destruidas por orden de la entonces presidenta, Isabel Martínez de Perón.
Su accionar no sólo era reprobado por la jerarquía de la iglesia sino que también era seguido de cerca por los servicios de inteligencia del Estado, del mismo modo que al resto de los integrantes del MSTM.
El "cura villero" repitió varias veces sus temores a ser asesinado, aunque su mayor miedo era a "verse forzado abandonar el sacerdocio".
A las 20:15 del 11 de mayo de 1974 y después de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano, Carlos Mugica se disponía a subir a su humilde Renault 4-L cuando fue brutalmente acribillado: recibió cinco tiros entre el abdomen y el pulmón y uno en la espalda, cuando ya había caído al suelo.
Tiempo después se supo que el operativo fue organizado por la Triple A y que estuvo al mando del comisario Rodolfo Eduardo Almirón, quien se había encargado personalmente de darle el tiro de gracia en la espalda.Mugica murió dos horas más tarde en el Hospital Salaberry, en el barrio porteño de Mataderos, y desde allí fue llevado en los hombros de los fieles hasta la parroquia de Retiro.
Durante toda la noche sonaron las campanas y hubo colas de más de 100 metros para entrar al velatorio. Al día siguiente, una multitud lo acompañó hasta el cementerio de la Recoleta. En 1999 y por demanda de los vecinos, los restos del "Padre Carlos" fueron traslados a la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro, donde año a año miles de fieles y militantes sociales se reúnen para inmortalizar su ejemplo de lucha.
Esta semana, el titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), José María Arancedo, recordó al padre Mugica y dijo que su asesinato "está presente en la memoria de la Iglesia". "Fue en aquellos años duros y tristes de nuestra Patria, víctima de un asesinato. Fue un sacerdote que vivió su fe y ministerio en comunión con la Iglesia y al servicio de los más necesitados, que aún lo recuerdan con gratitud, cariño y dolor", subrayó el prelado.
Fuente: NA