especialistas. Esta es la primera causa de discapacidad en países desarrollados según la OrganizaciónMundial de la Salud (OMS), y sus consecuencias dependen del área afectada, pero en casi todoslos sobrevivientes hay rehabilitación posible. El ACV, infarto cerebral o stroke, tema médico que hoy suscita el mayor interés debido a loscasos de personalidades públicas que actualmente lo están atravesando, es la interrupción de lairrigación cerebral, producida por el taponamiento o la rotura de una arteria, y que puedealterar de manera transitoria o permanente las funciones del sistema nervioso central o inclusocausar la muerte. Contrariamente a lo que su nombre parece sugerir, un ACV no es un acontecimiento fortuito niexcepcional: en Argentina ocurre un caso cada 4 minutos -dos por cada hora son fatales–, y estáíntimamente ligada a la hipertensión arterial, condición que según la Encuesta Nacional de Factoresde Riesgo afecta al 34,4 por ciento de los argentinos mayores de 18 años. "La estadística dada por estudios clínicos asegura que 1 de cada 3 hipertensos de gradosevero puede tener un ACV en los próximos 5 años si no es tratado adecuadamente", destacó MoisésSchapira, Director Médico de Hirsch, Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación. En el mundo desarrollado, las consecuencias no fatales de ACV son la primera causa dediscapacidad. La Organización Mundial de la Salud estima en general que un tercio de los casos sonfatales, y otro tercio de los afectados sufre algún tipo de discapacidad permanente. En este sentido, según indicó Schapira, "las tendencias en rehabilitación hoy estáncambiando para responder a esas necesidades". "Así como en algún momento se ponía el énfasis en la discapacidad, hoy la recuperación sebasa en la función, es decir, en aquellas cosas que la persona sí puede hacer", indicó elespecialista. Además, desde esta perspectiva, sostuvo que en la actualidad "un ACV tiene casi siempreposibilidades de rehabilitación". La rehabilitación es una especialidad del área de la salud en la que se busca devolver a laspersonas sus capacidades, su bienestar y su autonomía cuando han sufrido un importante traumafísico o cognitivo, o cuando un período prolongado de reposo lo ha llevado a perder ciertascapacidades. El ACV puede ser isquémico o hemorrágico, según se produzca por trombosis, embolia o"taponamiento" de una de las arterias que irrigan el cerebro, o por rotura de un vaso,respectivamente. La predisposición a padecer, ACV embólico, explica Schapira suele estarasociada a cardiopatías tales como problemas valvulares (enfermedad mitral), arritmias y aagrandamiento de la aurícula izquierda. Y en casi todas las edades, el riesgo de tener un ACV depende en general de los conocidosfactores de riesgo cardiovasculares, como la diabetes, el sobrepeso, el tabaquismo, la dislipidemia–descontrol del colesterol – y sobre todo la hipertensión arterial."A mayor presión arterial, mayor riesgo de ACV", subrayó el especialista, quien especificó que en los hipertensos de grado más leve –con valores menores a 139/89 mmHg– uno de cada 450 tendráun ACV en los próximos 5 años de no ser tratado, pero en hipertensos de grado 4 –con más de 170/130mmHg– esa proporción se eleva, como se dijo, a uno de cada tres. Las isquemias transitorias son en realidad el ejemplo más benigno de un ACV, porque lossíntomas en general desaparecen sin dejar secuela alguna. Luego, las consecuencias y posibilidades de rehabilitación de un ACV van a depender de lazona afectada. "El cerebro es como un mapa donde cada área tiene funciones diferentes, por eso lasconsecuencias van a depender del sitio afectado y de la magnitud del área comprometida", explicóSchapira. De esta forma, una afectación del llamado lóbulo parietal podrá implicar trastornos de lamemoria, dificultades para mover los miembros opuestos al hemisferio afectado o una ataxia (nosaber dónde colocó la pierna, por ejemplo). Hay también infartos cerebrales tan pequeños que no dan ningún tipo de síntomas, y otros queaún afectando un área pequeña, sonllamados infartos estratégicos, como por ejemplo cuando amenazael tálamo, en cuyo caso suelen producir déficit funcional severo, independientemente de su tamaño. Normalmente los ACV hemorrágicos producen mayor déficit funcional y más mortalidad que losisquémicos, que sin embargo son por lejos los más frecuentes (85% según algunasestadísticas). Los primeros pueden requerir una intervención quirúrgica para reducir la presiónintracraneana causada por la hemorragia interna que puede hacer que se destruyan más neuronas. Los isquémicos, en cambio se tratan en general mediante medicamentos que tienden a disolverlos coágulos o trombos y a evitar la propagación de los mismos. Alrededor de la lesión cerebral suele existir una zona de tumefacción, donde las neuronas nohan muerto sino que el tejido se halla sujeto a fenómenos de tipo inflamatorio y a edema, que alser tratada, determina la mejoría clínica del paciente. "Dependiendo del tipo de ACV y del área afectada la indicación del tipo de rehabilitación que el paciente puede realizar para mejorar sus funciones", puntualizó Schapira.