Por Miguel [email protected]
En el giro mendocino que terminó este domingo por la tarde en Maipú se vivieron situaciones engorrosas, atípicas en un 2014 donde la modernidad te brinda herramientas para hacer un trabajo óptimo.
En el giro mendocino que terminó este domingo por la tarde en Maipú se vivieron situaciones engorrosas, atípicas en un 2014 donde la modernidad te brinda herramientas para hacer un trabajo óptimo.
Por Miguel [email protected]
No fue una Vuelta de Mendoza más. Esta que pasó, sin dudas, dejó mucha tela por cortar y un sin fin de situaciones que se dieron kilómetro a kilómetro para replantearse. Hubieron cosas maravillosas en el ruedo, que ayudaron a hacer la "vista gorda" de las increíbles situaciones que se vivieron. Algunas que hasta dieron hasta vergüenza ajena, teniendo en cuenta que, estando en el año 2014, el ser humano no aproveche del todo las herramientas que le brinda la modernidad.
Las "metidas de pata" fueron una constante, en un tire y afloje entre dirigentes de la Asociación Ciclista Mendocina, el Ministerio de Deportes, los comisarios nacionales y regionales designados para la prueba y la nueva empresa de chips contratada, que hubo días donde la eficiencia no fue su mejor fuerte y no fue del todo "bienvenida" por un sector.
Hubo tensiones de todo tipo. Paralelamente a la carrera, y mientras los ciclistas llevaban a cabo su plan junto a su equipo y técnico, del otro lado, en la organización de vivían situaciones engorrosas, como la que tuvo que vivir el Ministro de Deportes, Marcelo Locamuz, que no recibió el mejor de los tratos junto a todo su personal, según el mismo lo indicó, por parte de la ACM y las demás personas contratadas para llevar adelante la carrera.
La lentísima entrega de clasificaciones, en muchas etapas, fue una constante. Además de complicar el trabajo de los medios radiales, televisivos y gráficos, los jefes de equipos fueron los que más sufrieron, ya que el plan de carrera debía esperar. Algo habrá tenido que ver la distante relación que había entre el personal de los chips y los comisarios de carrera.
Las inclemencias del tiempo obstacularizaron los primeros días del giro mendocino, pero terminaron siendo un ingrediente extra y óptimo para la Vuelta, más allá de que algunos sufrieron mucho con este fenómeno climatólógico, y otros disfrutaron de la odisea.
Los cambios de recorridos, muchas veces por fuerza mayor, complicaron a la caravana pedal. La información difundida por los medios, rara vez coincidía con el recorrido oficial, ya que sobre la hora se presentaban modificaciones que terminaban perjudicando, además de los principales protagonistas de este fiesta, al pueblo mendocino, ese que fundamenta que este deporte de las dos ruedas se caratule "pasión de multitudes".
En cuanto a lo deportivo, hay una cuota pendiente. En un terreno donde los ciclistas mendocinos deberían hacer estragos, los números no son del todo alentadores. Si hubo genialidades por parte de algunos ciclistas, que merecen una indiscutida ovación, pero la cantidad de buenas actuaciones en este trazado montañoso, que el ciclista local debería conocer a la perfección, siguen siendo escasa. Agregarle más montañas al calendario de ruta seguramente ayudaría a mejorar en este aspecto.