Retirarse justo de la práctica de un deporte profesional parece un don de pocos.

Palermo y el tiempo del adiós

Por UNO

Sequía goleadora. Ayer, ante Lanús, Palermo tampoco pudo convertir.

Retirarse justo de la práctica de un deporte profesional parece un don de pocos. Claro que no depende sólo del criterio y del valor para tomar la decisión, sino de la fortuna de que se rocen los planetas para que varios factores provoquen la mejor de las despedidas.

A veces provoca nostalgia ver a grandes como Palermo u Ortega pateando el pasado sin encontrar respuestas a un presente acalambrante.

Y por más que no sean casos análogos, el de Boca es un adicto al trabajo y el ex River un ausente crónico.

Seguro que a los dos los une la duda y el temor a largar la rutina que los acompañó durante los últimos 20 años de sus vidas.

Al Gran Martín (ídolo indiscutido y mayor goleador de la historia de Boca) lo persigue una sequía inesperada que lo va empujando al adiós.

Ya anunció que al final del campeonato se va.

Sin embargo él todo lo pudo, y por ahí muy pronto Palermo nos desacredite con una pirueta de gol.

Al Burrito la vida ya le dio señales hace rato.

Desde su fugaz paso por la B Nacional en Independiente Rivadavia hasta hoy deambula desnudo de fuerzas y de fútbol. Sólo muestra espasmos de su juego que no le permitieron ni pelear un puesto en River ni ser titular en All Boys, y esto va más allá del atenuante explícito de su adicción al alcohol nunca bien tratada.

En esto de encontrar el momento justo para el adiós hay elegidos que se fueron ebrios de gloria por un final de película.

Entre los más recordados están Fillol (atajó 10 puntos en el Monumental ante River), Alonso (se fue con banda y vuelta del mundo), Calderón (campeón en Argentinos y determinante), o el uruguayo Francescoli (ídolo y campeón supremo en un River de gala).

En la lista de megaestrellas que alguna vez asombraron al mundo y al final se retiraron en la más cruel indiferencia hay jugadores del calibre de Abel Balbo, Roberto Ayala, el Loco Gatti o Hugo Ibarra. A otros grandes como Bochini o Housseman también los dejó el fútbol.

La misma pelota que los hizo genios un día les pinchó el encanto de seguir jugando. Algunos ni quisieron evitarlo. Dicen que es de sabio darse cuenta de cuándo todo va a terminar.

El Titán anunció su retiro al final del campeonato.

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