La sensación que sigue siendo el mejor equipo, pero se quedó sin combustible está tan latente como la chance de repetir el título. La negación sistemática de la debilidad mencionada no es más que la confirmación de aquella deficiencia, tan justificable como lógica. Newell's, el campeón, pelea por retener la corona que tanto mereció y festejó. Tambaleante, sólo con reminiscencias de su mejor juego, el equipo de Berti gasta sus últimos cartuchos en pos de otra vuelta. No le resulta sencillo. En cada intento va dejando un poco más de lo poco que le queda. Pero va. Hoy afronta el penúltimo examen: en Floresta ante All Boys desde las 20.20 y con arbitraje de Diego Abal. Difícil como todos. Impredecible. Extraordinariamente impredecible, como el torneo mismo.
Si se extrae el contexto, lo cual sería un error casi infantil, el favoritismo rojinegro no tiene discusión. Es mucho más que All Boys en juego, individualidades y puntos. Pero no hay fútbol sin contexto.
El escenario del partido, hábitat natural para All Boys y hostil para los adversarios, adquiere un protagonismo exagerado cuando el visitante no se acostumbra rápido a las dimensiones. Es una cancha con medidas mínimas y obliga a recursos mucho más vinculados al campito que al profesionalismo. Un pelotazo, un rechazo cualquiera, pueden terminar en la mejor asistencia para un atacante atento. Un detalle que no es tal: en las canchas chicas se corre más que en las grandes.
Si bien Newell's mejoró mucho en ese rubro, aún le cuesta jugar en escenarios pequeños. Por sus características de juego, sufre el acoso sistemático. Suele suceder que la tenencia de la pelota deja de ser un mérito para transformarse en un riesgo. Y entonces el potencial rojinegro necesita alimentarse de otros elementos del juego para mantenerse fuerte.
En las canchas chicas se llega rápido y fácil. En realidad, el tamaño transforma a los partidos en salteos permanentes de líneas. No obstante, no debería ser una excusa. El fútbol argentino tiene varios estadios diminutos. Y la obligación de los candidatos, o de aquellos equipos que quieren ser protagonistas, es acomodarse a las circunstancias a como dé lugar.
Es bastante sencillo. Es menester optimizar las virtudes de un equipo puestas al servicio de una cancha chica. Y lo mismo cuando el escenario es de los más grandes.
Pero el gran desafío de Newell's está en su interior. La resistencia física, más allá de la negativa permanente de los protagonistas, es el rival más duro. Hay jugadores que sólo salen a la cancha porque el torneo está en etapa de definición. Eso también será negado enfáticamente, pero es real. Para muestra basta Heinze: ni siquiera hubiera intentado un entrenamiento exigente el jueves si el torneo no estuviera en instancias definitorias.
Un partido sin contexto no es partido. Por eso la previa de All Boys-Newell's exige mesura. Los rojinegros son amplios favoritos aunque los albos vengan de dar el batacazo en la Bombonera. Pero el desgaste del último año, los cambios de conducción y las ausencias emparejaron al equipo leproso con el resto. Es cierto, ya no marca diferencias, más bien las pelea. Así y todo llega al final como el principal candidato al título detrás de San Lorenzo. Para que las matemáticas lo mantengan firme y el equipo de Pizzi salga a jugar debajo de Newell's, como sucedió en gran parte del torneo, hoy debe cortar la sequía. Como dijo Berti, el triunfo es impostergable.
Fuente: Diario La Capital (Rosario)