La paciencia fue una de sus mayores virtudes y no defraudó Maximiliano Scapparoni en el primer partido del torneo, siendo la figura excluyente para que Independiente Rivadavia se fuera con un punto contra Villa Dálmine. El arquero se quiere afianzar en el arco del Azul en esta nueva temporada.
Nació en Caseros (Buenos Aires), pero ya se siente un mendocino más. Llegó de la mano de Roberto Trotta hace dos años y medio, vive muy cerca del estadio y en los tiempos libres se dedica a la lectura y también hace unas "changas" como modelo de Gabriel Canci. En algún momento estudió periodismo deportivo.
"Leo mucho cada cosa que me interesa. Soy un tipo al que le gusta aprender. Vos me hablás un tema que yo no sé y me voy a mi casa y me pongo averiguar. Estudié periodismo deportivo hasta que me tuve que venir a Mendoza. En algún momento, el fútbol se termina y la realidad es que tenés que hacer otra cosa. Cuanto antes empecés a armarte, mejor. Hace un tiempo que se me pasó por la cabeza ese momento, aunque me queda mucho por delante. Tendré que hacer otra cosa", dijo Scapparoni que ya piensa en su vida después del fútbol a los 27 años.
A la hora de leer literatura, al fútbol lo deja de lado. "Me gusta más mirarlo que leerlo porque mirándolo, se aprende. Si agarró un chico de inferiores le digo que mire fútbol y estudie. No sólo veo los derbys de Europa, sino todos los partidos de la B Nacional", comentó.
Dentro del plantel se diferencia no sólo por ser arquero, sino también por no saber jugar a la Play. "El otro día, hablando con Luquitas Parisi, que tiene la misma edad que yo, y sacando cinco o seis que son más grandes, tenés que mirar para abajo y algunos te hablan de cosas que no sabes que existían. No sé jugar ni a la PlayStation, por ejemplo. A ninguno de esos juegos. Soy un caso atípico dentro del plantel", explicó.
Desde su posición observa muchas cosas que pasan dentro de la cancha pero otras afuera que lamentablemente ya están catalogadas como normales por los hinchas. "Lo que más me duele, ni siquiera como futbolista sino como ciudadano, es ver a chicos de seis años que te escupen, te tiran cosas y ver al padre que se lo festeja. Te escupen por el simple hecho de vestir otra camiseta. No está bueno y el ejemplo educa. No te hablo de la popular también de las plateas más vip", comentó.
A pesar de esos sinsabores, Scapparoni desde chico quiso ocupar ese puesto en sus primeros pasos en su club de barrio en Ciudad Jardín.
"Siempre tuve la idea de ser arquero. No es una decisión que uno toma sino al revés. Desde chiquito me gustaba. Es como el baterista de las bandas de rock. ¿Cómo podés ser baterista estando allá atrás? A uno le gusta eso", comparó.
A pesar de no encontrar la titularidad desde un primer momento, el arquero leproso se quedó a lucharla en una ciudad a la que ya tomó como propia.
"Acá encontré un club muy grande y hermoso. Cada partido va mucha gente a la cancha y eso es lo lindo. Una provincia que me adoptó y amo realmente. Me tocó crecer mucho como persona y lo valoro realmente. Eso empujó la decisión siempre de quedarme. Quise atajar acá. Venía un arquero y venía otro y atajaba 10 o 15 partidos. Lo que quería es ponerme el buzo y atajar, atajar y atajar. Siempre me quedé. Mi objetivo siempre fue jugar. Estoy agradecido a Roberto Trotta, quien confió para traerme. Me conocía de mi paso por Los Andes".
Sin excentricidades y esperando el momento justo, se le dio la oportunidad de empezar en el arco leproso. Su perseverancia le dio la chance y no la desaprovechó.
"Me sentí muy bien. Fue un partido extraño. Lo divido en dos. En el primero tuvimos muchas llegadas y dominio de pelota. En el segundo y después de la expulsión nos costó mucho agarrar la pelota. Nos crearon espacios que se nos hizo difícil cubrir y por eso ellos llegaron bastante. Tuvimos que acoplarnos muy bien atrás para que no nos convierta", aseguró.
Su paso por un grande de Inglaterra
Por más que haya sido breve el paso por el Manchester United, Scapparoni rescató como valiosa esa experiencia que duró algunos meses en el club más popular de Inglaterra.
"Estaba jugando la Copa Nike y había veedores del United en la cancha. Me llevaron para allá y estuve dos meses y medio entrenando con los menores de 20 años. Siendo un nene, con 14 años, practiqué con el primer equipo. Al otro año me lesioné y después Boca me hizo contrato, había que hablar de plata y cambió todo (risas)", aseguró.
"Fue una experiencia muy linda. No manejaba el inglés como ahora, pero alguna idea tenía. Había una persona que me ayudaba. Fuimos con dos brasileños. Uno era Marquinhos (ahora en el Gremio) y otro al que le perdí el rastro", comentó.
Ese equipo, que era dirigido por Alex Ferguson, estaba lleno de jugadores de categoría. "Estaba Cristiano Ronaldo, que era un pibe en ese momento. Rudd Van Nistelrooy era la estrella, Robbie Keane, Ryan Giggs y el Colorado Paul Scholes, entre otros. También Gerard Piqué que era un pibe de inferiores y andaba con nosotros para todos lados porque éramos los más chicos. Él si despegó un poco más que yo (risas)".
En el Xeneize estuvo a un paso de jugar en la primera división y en algunas ocasiones ocupó un lugar en el banco de suplentes en un superclásico contra River. Fueron cinco años entrenando con el primer equipo.
"Jugué muchos partidos en reserva y algunos fui al banco de la primera. Desde chiquito tenía dos horas de colectivo todos los días desde Ciudad Jardín a la Boca. Lo hacía con mucho placer y estaba muy contento", contó.
Además de Inglaterra conoció varios lugares gracias a los torneos juveniles que disputaba Boca en el mundo.