Rubios con la cerveza que parecen tener pegadas a las manos porque se toman una tras otra y másrubias, con más cerveza, de camisetas naranjas y de remeras rojas y blancas. No hubo distinción de
color de piel, pero sí una gran mayoría de holandeses por sobre los dinamarqueses en el SoccerCenter de Johannesburgo. Bandas de camisetas naranjas invadieron el estadio, sus adyacencias yarrasaron con las botellitas de plástico de Budweiser (lá única marca que se vender en elpredio). Estaban esas blancas holandesas con toda la ropa haciendo juego y conla pintura de su bandera en las mejillas, los que optaron por una enorme pelucas afro de colornaranja, y esas sonrientes dinamarquesas de ojos celestes. También la señora de la India conpañuelo en la cabeza y camiseta holandesa. El inglés del Stoke City que se puso un sobrero con un oso de pelucheblanco y miles que se perdieron muchas partes del encuentro por estar del lado de atrás de latribuna, frente a los puestos de cerveza y de comestibles, aunque se daban vuelta para ver en laspantallas de TV que hay en lo alto, cada 20 metros. Los holandeses tuvieron motivo para festejar con el gol en contra deldanés Simon Poulsen y de Dirk (no confundan con drink) Kuyt, pero empezaron mucho antes y tambiénla continuaron mucho después. El estadio de butacas naranjas estaba de acuerdo con el atuendo deHolanda y esos miles de simpatizantes parecían camuflados con la infraestructura. Pero hay algo muy cierto que para tomar cerveza son los campeones delmundo. Recién han jugado un partido y ya se ganaron el título.Una
imperdible galería de fotos de los holandeses