Por Gustavo Privitera
“Almeyda merece más oportunidades porque se las ganó”. Esa frase sintetiza el pensamiento de Daniel Passarella. El presidente de River había respaldado entre semana al técnico millonario en medio de la crisis de su club. Pero después el Kaiser remató, sin medias tintas: “El fútbol es muy dinámico, muy cambiante, todos los saben”. Ese respaldo es, como se dice en la jerga cotidiana, “de la boca para afuera”. No es ni más ni menos que una frase desafortunada.
¿Y el proyecto dónde está? ¿No sería mejor primero pensar en eso? Aquí detallamos algunos de esos equipos que trabajan bien en Primera A: Vélez, Lanús, Arsenal y Boca, entre otros. Los resultados están a la vista.
En el equipo de Liniers el Flaco Gareca es ejemplo de coherencia. Es un camino futbolístico a imitar.
En otra categoría, el Argentino A, a Carlos Sperdutti ya lo llaman el Ferguson de Maipú. El Gringo lleva 10 años en su cargo.
Los equipos grandes del fútbol nacional sufren un mal del que es difícil escaparse. El descontento de la masa de gente –más que nada son los barras los que presionan– que los acompaña puede más que los proyectos.
Independiente de Avellaneda cambió numerosos técnicos en los últimos años. Antonio Mohamed, Miguel Santoro, Ramón Díaz, Cristian Díaz y Américo Gallego. Nadie le encontró la vuelta a la situación, incluido el Tolo en la actualidad.
En los últimos dos años por San Lorenzo pasaron varios entrenadores. A saber: Diego Simeone, Ramón Díaz, Miguel Tojo, Omar Asad, Leonardo Madelón y en este torneo Inicial está Ricardo Caruso Lombardi. El Ciclón pena en los últimos puestos del promedio del descenso. Caruso lo salvó del descenso hace poco tiempo, pero no se sabe a qué juega su equipo.
En River hay mucha soberbia –de parte de Passarella– y mucha humildad de parte de Almeyda, quien con muchos errores merece estar mejor. La altanería de su presidente la pagan el equipo y la gente. Por esa costumbre de bancar a medias a los DT y no respetar los proyectos.