En el estadio Windor Park, en Irlanda del Norte, se jugaba la segunda ronda clasificatoria de la Champions League, con el partido de ida entre el local Linfield y Celtic de escocia.
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Celtic ganaba 2-0 cuando uno de sus delantero, Leigh Griffiths, se disponía a patear un córner. De la nada, la gente le empiezó a tirar de todo. Encendedores, monedas y hasta botellas de vidrio. La historia marca que hay una gran rivalidad entre estos dos países. El partido iba a disputarse el miércoles, pero finalmente se pospuso, porque ese día se festejaba la celebración norirlandesa del Twelfth.
Esta fiesta conmemora la victoria en 1960 del último rey católico de la historia de Inglaterra, Escocia e Irlanda, Jacobo II. Linfield es el club representante del sentimiento más patriótico del Reino Unido en Irlanda del Norte, por lo que defiende el protestantismo; mientras que Celtic de Escocia siempre apoyó a Irlanda y el catolicismo. Hay mucha pica.
Esto tal vez explique o ponga en contexto el por qué de semejante agresión. De hecho, Celtic decidió no enviar hinchas a Irlanda del Norte para evitar incidentes mayores. Pero volviendo al ataque a Griffiths, el árbitro del encuentro decidió amonestar al jugador, porque creyó que estaba haciendo tiempo. ¿Acaso no vio las botellas de vidrio que le tiraban? ¡Todo al revés, está loco!