Cuando se disputaban 42 minutos del complemento, fue expulsado en la visita el jugador Martín Galmarini.
El partido presentó a River con las intenciones de siempre: ser protagonista, atacar, gustar y, si fuera posible, golear.
Pronto los protagonistas se encontraron con el campo resbaladizo, producto de las lluvias de los días anteriores y el riego, lo que generó caídas inoportunas y la necesidad de cambiar rápidamente los botines.
Eso favoreció un poco las intenciones de Tigre de disputar el balón e incluso de plantarse con personalidad frente al rival, presionando en toda la cancha.
Pero ante la superioridad adversaria, el visitante se tuvo que proteger atrás con dos líneas de cuatro.El arquero Javier García salvó en varias oportunidades a su valla, pero no pudo ante una jugada monumental en la que Carlos Sánchez paró un centro con el pecho cediendo a su izquierda para Mora, quien sacó un remate fuerte y a la izquierda del arquero, que no atinó a moverse.
Al minuto, García le sacó otra pelota de gol a Mora, producto de un remate similar y en los minutos posteriores se vio algo de ataque de Tigre, porque River aflojó algo el ritmo.
Apenas se había iniciado el segundo tiempo, River alcanzó el segundo gol, de manera parecida al primero y con el mismo ejecutor, quien capitalizó otro centro y pateó con justeza, en 2 minutos.
Si bien el estado resbaladizo del campo de juego entorpeció acciones y hasta frenó el despliegue de River, a Tigre le resultó demasiado el orden de juego que impone Leandro Pisculichi, más los incisivos ataques de Lucas Boyé y Mora.
Si fuera poco todo eso, Matías Kranevitter tiene la capacidad de estar en todos los sectores porque corre, quita y apoya a los hombres de creación con pases certeros. También resultó un problema para la visita.
Tras el 2-0, el local hizo control de pelota y no atacó con tanta sed de gol, lo que también contribuyó a que el resultado quedara corto.
Por ejemplo cerca de los 40 minutos, Tigre volvió a salvarse, en la línea, por mérito del 22.