Lucio A. [email protected]
Guillermo Vilas y Carolina de Mónaco. Fue un romance de unos meses que se inició tras el triunfo del argentino en el torneo de Montecarlo. Todo transcurrió durante el conflicto por las Malvinas.
Guillermo Vilas y Carolina de Mónaco. Fue un romance de unos meses que se inició tras el triunfo del argentino en el torneo de Montecarlo. Todo transcurrió durante el conflicto por las Malvinas.
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En los días que transcurrían tras el desembarco y la recuperación de las Malvinas Argentinas, mientras los ingleses preparaban su recuperación, se producían triunfos y desazones de deportistas argentinos por el mundo. Sus victorias en las finales de Rotterdam (Holanda) y Milan (Italia), ambas ante Jimmy Connors, le habían dado un impulso extra al talento de Guillermo Vilas.
A los 29 años, el tenista nacido en Mar del Plata (17 de agosto de 1952) y el mejor jugador argentino de la historia era un modelo a seguir por cientos de chicos.
Llegaba al principado de Mónaco, situado entre el Mar Mediterráneo y los Alpes, en la Riviera francesa (Costa Azul), dispuesto a continuar su racha en el torneo de Montecarlo.
También el argentino José Luis Clerc competía en ese torneo y buscaba su lugar entre los primeros diez jugadores del mundo.
Tanto Vilas como Clerc fueron ganando sus partidos hasta que les tocó enfrentarse en una de las semifinales. El sábado 10 de abril Guillermo superó a Batata 7-6 y 7-5 mientras eran observados por los miembros de la familia real, ubicados en el palco especial de la cancha principal del Montecarlo Country Club, uno de los lugares más bellos del circuito mundial de tenis profesional.
Vilas expresó: “Este es un momento de unión de los argentinos y nosotros, más que ninguno ante el mundo, debíamos dar esa imagen.
Todos esperaban el menor desliz para caernos encima, José Luis fue un caballero y no esperaba otra cosa de él”.
Los dos mejores de Argentina habían tenido algunos desencuentros y discusiones con un trato meramente profesional, a pesar de ser compañeros en la Copa Davis.
Vilas debía jugar la final con Ivan Lendl (Checoslovaquia), Nº2 del mundo. El 11 de abril de 1982 sobre el piso de ladrillo monegasco, Vilas perdió el primero 6-1 y se recuperó para vencer 7-6 y 6-3, y quedarse con el torneo cuya copa le entregó Grace de Mónaco.
Esa noche en la discoteca Jimmy Z, hubo una fiesta organizada por Regine.
Allí el tenista y la princesa Carolina compartieron la noche. Así se inició una relación que duró apenas unos meses, pues no tenía la aprobación total de la familia real.
Dos días después, Carolina se reunió con Guillermo en París, donde cenaron en un restorán chino llamado Le Mois. El idilio continuó en los lugares donde jugaba Vilas y hasta se comentó bastante un encuentro de varios días que tuvieron en una isla del Pacífico.
Rainiero y a Grace no les gustaba el romance de una de sus hijas, quien se había separado de Phillipe Junot, su anterior marido.
El 14 de junio se había produjo la rendición argentina ante los británicos y continuó a pleno el romance.
Pero el 13 de setiembre de ese año la relación se cortó porque en un accidente de tránsito falleció la princesa Grace y se salvada su hija Estefanía. Esta situación llevó a Carolina a una vida más cercana a su padre y a presentarse como la primera dama de Mónaco.
Vilas y Carolina se alejaron y quedó para la historia como uno de los romances más envidiados. Fueron cinco meses de amor intenso entre la princesa y el tenista.