David Castera, antiguo hacedor de los caminos del Rally Dakar, está estrenando en esta edición su nuevo rol de copiloto, que le significó un enorme desafío aunque, admitió, "es mucho más relajado" que su antigua ocupación, cuando al levantarse cada mañana "tenía el problema de 2.000 personas". En una entrevista con Télam, este francés de 47 años, que respira Dakar (fue piloto de motos durante cinco años, trabajó en la organización, fue su director deportivo nueve años y ahora es navegante de Cyril Despres), no duda en afirmar que su nuevo trabajo le resulta menos estresante. "Hay 2.000 diferencias entre ser director de la carrera y ser copiloto: cuando estaba a la cabeza del Dakar con Etienne (Lavigne), tenía en la cabeza los problemas de los competidores, de 2.000 personas en general, y ahora sólo tengo mi problema", reconoce sin tapujos Castera, mientras busca repararse del sol impiadoso de la tarde riojana. Sin embargo, no le fue fácil tomar la decisión de pasar de dibujar los caminos del Dakar y resolver los problemas de carrera, a sentarse en la butaca derecha del Peugeot de Cyril Despres. "Estoy muy relajado porque este cambio también me sirvió para tomar un poco de distancia de un trabajo de tanta presión, pero que me dejó muy contento por todo lo que hicimos con Etienne y los equipos. Aprendí mucho de la parte de la organización", dijo Castera, quien durante cuatro años vivió junto a su mujer y sus dos hijos en el barrio porteño de Belgrano. Con la franqueza y humildad que lo caracterizan, Castera asegura sin reparos que llegó a Tecnópolis con miedo ante el desafío de ser copiloto, pese a que muchos le decían que con todo lo que él ya había hecho en el Dakar no había razones para temer. "Llegué con miedo, también porque es algo completamente diferente a lo que estaba acostumbrado, es un trabajo completamente nuevo. Mucha gente dice:'tú hiciste muchas cosas antes', pero ir al lado de un piloto que anda bien y que quiere ir rápido como Cyril es muy diferente", explica. En ese sentido, recalcó que para este Dakar "tenía todo por aprender", desde cómo es el auto, cómo va cada pieza y cómo conjugar esto en plena competencia con todas sus variables. "La temperatura, los amortiguadores, los frenos, doblar, no doblar y al mismo tiempo explicarle a mi piloto por dónde hay que ir. Por eso en las primeras etapas lo sentí un poco complicado pero ahora me siento más cómodo. Cada día que pasa me siento mucho mejor", se sincera. Su antiguo trabajo, ése por el que alguna vez dijo que cuánto más lo maldecían los pilotos más satisfecho se sentía porque entonces había dibujado una etapa muy complicada, hoy es motivo de bromas con su piloto Despres. "Claro que Cyril me carga y me hace bromas sobre la hoja de ruta. Cuando a veces digo, mirando el road-book, '¿y por qué hicieron esto?'; él me dice: 'Ahhh, ¿viste?, hacen lo mismo que vos hacías antes; '¡Ay, mierda!', le contesto", confía entre risas el flamante navegante de Peugeot. La dupla francesa, salida de las motos, categoría reina del Dakar, se reparte elogios por el progreso que cada uno ha tuvo en este tiempo, que se vio coronado en la décima etapa, entre Bélen y La Rioja con un impecable segundo puesto. Se acerca la hora de estudiar el road-book hecho por manos ajenas y Castera se despide con una frase que su compañero de ruta le dedica cada mañana: "Cyril me dice: 'David, si no tienes respeto por el Dakar, es el Dakar el que va ganar'".
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David Castera, francés de 47 años, es un antiguo hacedor de los caminos de la prueba. En esta edición 2016 estrena su nuevo rol de copiloto.