Peor fue ver una hora después de Godoy Cruz 6-Tigre 2 a todos los canales porteños dándole aire a Caruso para que diera su versión de los hechos y negara lo innegable, justificara la injustificable y sostuviera que no había dicho lo que sí había dicho, mientras la TV pública pasaba una y otra vez cómo insultaba discriminatoriamente a Asad, por lo que fue denunciado por un hincha del Tomba ante el Inadi (Instituto Nacional Contra La Discriminación la Xenofobia y El Racismo).Nadie habló de Godoy Cruz puntero otra vez después de 6 fechas en un momento histórico para el fútbol de Mendoza y del Interior (sacando a los rosarinos que siempre han jugado en primera y han ganado títulos), ninguno se ocupó de hablar de la última vez que el Tomba había hecho seis goles había sido el 22 de abril de 2000 (6-1 a San Martín de San Juan), ninguno se ocupó de la mejor versión del Expreso en primera.Es más, en el periodismo porteño se destacó más el pasado de Sigali y Carranza en Nueva Chicago, que el gran triunfo del Tomba. Y ni bien ganó Argentinos Juniors, Godoy Cruz pasó a ser "el otro puntero". "El otro", para que ni hablen del equipo mendocino en todos los programas habidos y por haber de deportes de los canales porteños y para que se hable de los candidatos, entre los que no figura el Expreso. Obviamente que en Mendoza no pasó.Por eso, más allá de ese unitarismo extremista del fútbol en Argentina que al parecer jamás se va a acabar, lamentablemente, Caruso cumplió su objetivo: terminó desviando el debate hacia otro costado, para que no se hablara de la paupérrima producción de su equipo y de lo desastrosa que fue la defensa. Una pena.Otro que lo cumplió fue Juan Román Riquelme. Dio lástima ver cómo el egocentrismo de una persona puede quitarle el protagonismo a otro. Riquelme tenía todo para hacer el gol, pero decidió dar el pase al costado para que lo hiciera Martín Palermo. El Titán lo hizo, lo buscó, lo quería abrazar, seguramente lo iba a señalar como el autor intelectual a Riquelme y todos felices. Pero Riquelme le dio la espalda, Palermo lo siguió con la mirada y ahí nomás se dio cuenta que Román le había arruinado lo que debería ser uno de los momentos más felices de su vida. Ahí nomás, Palermo tenía una cara desencajada.Se destapó la olla. Ninguno habló tras el récord y después Palermo confirmó que no se hablan, que no son amigos, que no tienen trato. No se habló en los medios del récord, no se mostraron hasta el hartazgo los goles de Palermo, no se comparó y debatió sobre Cherro y el Titán, no se lo invitó a Palermo a todos los programas de TV como el hombre del momento... Lamentablemente, Román cumplió su objetivo: se habló más de Riquelme y la pelea con Palermo, que del gol número
219 del Titán. Una lástima.
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