Por Alejandro Melis
Ingenieo agrónomo
En este mes de abril se cumple el 159º aniversario de la llegada de Miguel Amado Pouget a nuestra provincia y con él la introducción de las primeras vides francesas a la Argentina. Lo más llamativo es dónde se cultivaron por primera vez.
Mucho se ha hablado y escrito sobre los cepajes franceses: Malbec, Cabernet y Pinot, entre otros, producen caldos de excelencia y la avalancha marquetinera impulsada por las bodegas trata de imponer una marca sobre la base de los caracteres de origen, organolépticas e inclusive históricas, según los casos. Así se llenan innumerables páginas web, emiten folletos o hacen presentaciones con degustaciones, todo lo cual apunta indiscutiblemente a un solo fin: la mayor venta. Desgraciadamente no existe al parecer un verdadero interés por difundir paralelamente el verdadero origen de los cepajes franceses, pero debemos admitir que algunas bodegas lo tratan “tibiamente”.
Sarmiento y el francés
La introducción de éstos a la Argentina se la debemos en buena parte al propio Domingo F. Sarmiento, quien estando en Chile, según cuenta Juan Draghi Lucero en su libro Miguel A. Pouget, su obra (1936), y dada la intensa inmigración francesa hacia el país transandino (muchos técnicos contratados ex profeso), conoce a un galo experto en las ciencias agrícolas: Miguel Amado Pouget.
Sarmiento, sabiendo de los conocimientos de éste, lo entusiasma para que viaje hacia Mendoza a difundirlos en un establecimiento adecuado a tal fin: la Quinta Normal de Agricultura (ver recuadro). No es el objetivo de esta publicación explicar la historia de esa iniciativa pedagógica, pero inexorablemente debemos tratar parte de ella, por cuanto es la clave para establecer la ubicación exacta del primer viñedo de Malbec que se plantó en la Argentina. Hasta 1852, la planta de Noé era conocida desde hacía casi trescientos años en nuestra provincia.
Por datos extraídos del cronista Juan López de Velazco en su Geografía y descripción universal de las Indias (escrito entre 1571 a 1575) se deduce que las primeras parras llegaron a tierras cuyanas alrededor de 1565, a pocos años de fundada Mendoza; con ellas se elaboraba el famoso “carlón”, un vino de baja calidad, que imperó hasta la llegada de las cepas francesas.
Pouget llegó a Mendoza, según el libro En tiempos de la Confederación” (1939), de Lucio Funes, en abril de 1853. Era gobernador Pedro Pascual Segura, quien junto con su ministro Vicente Gil, lo pusieron en funciones como director de la Quinta Normal, destinada a la enseñanza e investigaciones agrícolas, estas últimas dirigidas especialmente al estudio de la adaptabilidad de diferentes especies a nuestro medio.
El predio destinado a la Quinta Normal fue el que les perteneció a los sacerdotes agustinos, llamado Hacienda de San Nicolás, un inmenso fundo que según el arquitecto Jorge Ricardo Ponte en Mendoza, aquella ciudad de barro, (plano Nº13) abarcaría aproximadamente desde calle Belgrano hasta San Martín y desde San Lorenzo hasta Necochea. Su centro sería la actual plaza Independencia.
Ubicación de la Quinta Normal
Este dato es fundamental para determinar la implantación de la primera viña francesa, pero antes de establecer su ubicación debemos saber cómo estaba conformada. Un interesante documento que se encuentra en nuestro Archivo Histórico de Mendoza nos indica que la Quinta Normal tenía 140 metros de ancho por 380 metros de largo (es decir alrededor de media hectárea) y con orientación norte-sur.
Estaba dividida en cuatro cuarteles, uno de ellos destinado a vivero y una pequeña quinta; los otros tres fueron plantados con viña francesa. La nota data de diciembre de 1855, apenas dos años después de la llegada de Pouget a nuestras tierras. Años más tarde el propio Eusebio Blanco, quien fue el encargado de controlar la administración de la Quinta y con los años amigo personal de Pouget, quien diría: “...fue Pouget quien trajo las primeras variedades francesas a Mendoza”.
Ahora bien, dentro de la Hacienda de San Nicolás ¿dónde se encontraba la Quinta? Para poder responder a esta pregunta debemos leer las notas de época que no dicen concretamente la ubicación, pero sí nos da de puño y letra de Pouget una interesante pista. Efectivamente en su relación o lista de plantas de la Quinta Normal menciona: “Quinientos duraznos atrás de la capilla”, ubicados seguramente en el
cuartel destinado a vivero.
¿A qué capilla se refiere el escrito?, por supuesto a la de San Nicolás, que le dio el nombre a la hacienda y a la propia calle (que en 1884 cambió por el de “San Martín”), en definitiva podemos concluir que toda la Quinta Normal se situaba atrás y al oeste de esta capilla.
Por lo tanto bastaría ahora con establecer la ubicación de esta iglesia para determinar la de la Quinta Normal. La misma ha sido situada en numerosos planos anteriores al terremoto de 1861; fueron consultados y estudiados los de 1802, 1822, 1856 y el último y determinante realizado por el alemán Carlos Germán Burmeister de 1857 (cuyo original se encuentra en el Museo del Área Fundacional) que ubica exactamente a la Quinta Normal detrás de la capilla de San Nicolás, con el ítem en sus referencias Nº19, confirmando en cierta manera todo lo expuesto.
Detrás de la capilla
Esta capilla había sido construida en 1653, o sea ya tenía 200 años cuando se fundó la Quinta Normal, así se entiende cuando se decía de ella: “… los arcos de los claustros están vencidos y la bodega es una completa antigüedad”. Lo interesante de esto es que admite que la capilla poseía aulas y una bodega, lo cual refuerza la teoría de que efectivamente se impartió una enseñanza teórico-practica y se elaboró allí por primera vez el buen vino francés.
Del análisis de los planos concluimos: que la capilla de San Nicolás se situaba en lo que actualmente corresponde a la manzana ubicada entre las calles Rivadavia, 9 de Julio, Peatonal Sarmiento y Avenida San Martín. Su frente daba a esta última arteria y por supuesto sobre la vereda oeste de ella. Considerando que la Quinta se situaba en su parte posterior y superponiendo el justo tamaño del establecimiento
sobre un plano contemporáneo
se deduce que ésta abarcaba desde la actual Rivadavia hasta la plaza San Martín, y la viña francesa, entre ellas la Malbec, ocuparía una buena parte de la actual calle 9 de Julio (hasta llegar a plaza San Martín). Esto no deja de ser un dato por demás interesante y a la vez desconocido de nuestra historia vitivinícola.
Importante sería revalorizar esta parte de nuestro microcentro, con degustaciones de distintas bodegas en el mismo lugar donde todo comenzó.
El sinsabor de Pouget
Pouget fue separado injustamente de su cargo en 1858. Era gobernador Cornelio Moyano, quien como hoy diríamos “le hizo la vida imposible”. Pocos meses después la Quinta fue cerrada, aduciendo un gran gasto para la provincia e innecesario.
El francés continuó en Mendoza y contrajo matrimonio con doña Petrona Solís, con quien tuvo cinco hijos, que según el historiador Juan Draghi Lucero no dejaron descendencia.
Cultivó su finquita particular ubicada en las actuales Emilio Civit y Boulogne Sur Mer (esquina sur), e invitaba a degustar el buen “vino francés” hecho por él. Así lo contaba el doctor Julián Barraquero, quien siendo estudiante por aquellos años del Colegio Nacional decía, en 1935, cuando lo entrevistó Draghi: “En esa época que me he referido por primera vez vi en lo de Pouget el vino francés, varios alumnos del Colegio Nacional lo probábamos en su casa”.
Miguel Amado Pouget, auténtico “benefactor” de nuestro país, murió en Mendoza en 1875 a los cincuenta y cuatro años.
En definitiva cuando transitemos por nuestro centro mendocino (9 de Julio y peatonal Sarmiento) cerremos por un momento nuestros ojos e imaginemos por un instante que caminamos por la vieja viñita de Pouget.
Aclaración sobre las quintas
Es importante aclarar que la Quinta Normal de Pouget y la Quinta Agronómica de Mendoza no corresponden al mismo establecimiento, y es muy común que en diversas publicaciones se las trate como la misma institución.
La Quinta Normal se ubicaba en pleno centro mendocino (Peatonal Sarmiento y 9 de Julio) y funcionó entre 1853 y 1858. La Quinta Agronómica ocupó nuestro actual Centro Cívico (Casa de Gobierno y alrededores), fue creada durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento en 1870 y perduró 85 años, hasta 1955, cuando la Facultad de Ciencias Agrarias fue trasladada a Chacras de Coria. De esta Quinta Agronómica egresó en 1879 la primera promoción de profesionales agrónomos del país, en 1899 la primera de enólogos de la República y en 1944 egresaron los primeros ingenieros agrónomos de Mendoza.
Los que lo siguieron
Apenas ocho años después de la llegada de los cepajes franceses, los empresarios del ramo entendieron las bondades organolépticas de sus caldos y comenzó la verdadera expansión de su cultivo. El primero en hacerlo, en 1861, fue Carlos González Pinto en su finca de Panquehua, con estacas traídas de Chile, en el establecimiento que actualmente existe en poder de sus propios descendientes.
Le siguieron Honorio Barraquero en su bodega ubicada en las actuales San Martín y Barraquero de Godoy Cruz, y Tiburcio Benegas en su finca El Trapiche.
Para 1910 casi el ochenta por ciento del área cultivada pertenecía a vides galas.