Por Rosana Villegas
“El problema de las redes sociales es que la mayoría de los chicos hace un uso provocativo de ellas, y es ahí donde radica el riesgo. Cotidianamente sabemos de casos en que se sacaron fotos insinuantes o desnudos que enviaron por Whatsapp y enseguida se viralizaron porque se les fue de control. Así también se relacionan. Según un estudio que publicó Microsoft Argentina, 4 de cada 10 chicos de entre 11 y 17 años se encuentran personalmente con gente que conocieron exclusivamente en la web”, analiza Eduardo Cattaneo, profesor de Informática en un colegio privado de Guaymallén. “Vemos que en las redes la intimidad cede ante el deseo de popularidad”, resume Débora Robledo, coordinadora del programa Educación Sexual Integral de la DGE, y admite que los docentes secundarios ya hablan de consultas de sus alumnos por “adicción al sexo por las redes”, por lo que lanzarán la próxima semana una guía para abordar el tema.
La problemática parece avasallar hoy las aulas mendocinas y exige a la par un tratamiento no sólo dentro de ellas sino también afuera, buscando que los padres se involucren en saber qué hacen sus hijos en las redes.
Una foto frente a un espejo deja ver el escote insinuante de una adolescente que sonríe y lanza un beso a quien reciba la imagen. Probablemente esa toma (una de las más ingenuas si uno recorre perfiles de alumnos locales) tenga un destinatario. Lo que no podrá saber y menos controlar la púber es que su imagen se comparta en segundos con centenares de contactos y que más tarde o más temprano alguien le deje en su perfil de Facebook algún comentario denigrante o sea usado por alguna red de ciberbullying sexual o pornografía, tal y como denunciaron algunos padres de colegios locales días atrás con el perfil Mendoza Sabe, o como ocurrió con la pareja de menores filmada en Tunuyán, cuyo video se viralizó.
“Nuestro lema es privilegiar la palabra, que la escuela sea un lugar en donde se hable de estos temas. En el caso de las redes sociales, que se destaquen los límites y los riesgos, porque hoy cuando los chicos suben una foto a una red social no piensan a qué se exponen, sólo les importa la cantidad de “Me gusta” que consigan, porque eso es popularidad”, asegura Robledo y acepta que en los talleres sobre sexualidad que se dictan a docentes, éstos manifestaron que alumnos secundarios “consultan mucho sobre pornografía y adicción al sexo en las redes, porque eso los invade. Lo que buscamos dejarles en claro es que más allá de la presión de sus pares para consumir esto, la única salida no es viralizar todo lo que les llega, sino que hay que ser responsable con lo que se ve y lo que se envía por las redes sociales”.
Buscando darles herramientas a los docentes que a diario deben lidiar con estos planteos y el abuso de las redes sociales, desde Educación Sexual Integral subieron al portal de la DGE material para discutir el tema y plantear el uso crítico de las redes, y adelantaron que la semana próxima enviarán una guía para docentes.
Docentes desfasados
Quienes deben apagar incendios constantes son esos docentes que repentinamente se enfrentan a situaciones violentas que derivan del mal uso de las redes. “Estando en el curso, ingresó una chica que se abalanzó sobre otra para golpearla, porque ésta le había cargado en su muro de Facebook que dejara de mirarla como lo hacía, porque ella no era gay. Eso derivó en una batalla campal, porque los chicos son muy vulnerables a lo que se publica de ellos en las redes, es como que eso los define”, suelta una docente de una escuela secundaria de Las Heras.
Para el analista Alejandro Castro Santander, director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina, “los docentes están desfasados con la realidad que enfrentan porque no reciben la capacitación que necesitan. Lo único que se les dio salió de Educación Sexual Integral, que fue algo que se abordó en el momento porque en esos días trascendió lo del perfil de Mendoza Sabe y otros videos que se habían viralizado. Pero no hay una capacitación integrada y en casos excepcionales algunos dan charlas por iniciativa propia, pero son los menos”.
De las situaciones que más se replican entre los alumnos mendocinos, Castro Santander priorizó el sexting, “que no es otra cosa que la falta de cultura de la privacidad y la ingenuidad en la exposición. Mandan imágenes subidas de tono a alguien con quien tienen ‘algo’. Los chicos todavía tienen una idea romántica de eso y creen que si tienen una relación eso durará para siempre, cuando en realidad se termina en días, y el otro se queda con fotos y videos que en segundos mira todo el mundo. Eso y la cultura del espectáculo los tientan. En el perfil de Mendoza aparecía un perfil al que llamaban el famosito”.
Concientización digital
“Para pensar en políticas públicas que condenen los ciberdelitos de los que son víctimas los menores de edad se hace imprescindible que existan datos oficiales para saber dónde estamos parados.
En nuestro país, el grooming –significa acicalar y se refiere a las conductas deliberadas de adultos para ganarse la amistad de un niño, romper sus inhibiciones y luego abusar de él– es delito, pero es necesario que la educación esté a la altura de las circunstancias; estamos trabajando un proyecto para que la materia de Concientización Digital sea obligatoria en las escuelas”, dice el abogado bonaerense Daniel Monastersky, de la Asociación de Derecho Informático de Argentina y del grupo de Expertos en Seguridad y Legislación Informática de la Oficina Nacional de Tecnologías de Información, que trabaja en ese plan con una ONG.
Para el especialista, que colaboró en la confección del proyecto que se convirtió en ley, el avance de los ciberdelitos exige doble concientización “de parte de los padres, que deben conocer las herramientas de Facebook, de Whatsapp y de los juegos en red, porque es ahí donde los pedófilos se centran para captar a sus víctimas, y también de los docentes, para que tengan una capacitación que les dé las herramientas actuales al enfrentar esta situación”.
Para Monastersky se debe avanzar legalmente con las sanciones penales y civiles a adultos y menores que difundan pornografía con menores. “Si quienes filmaron a la pareja de Tunuyán son mayores, deben responder penalmente y resarcir económicamente a la familia de los expuestos; si son menores, sus padres son civilmente responsables de su hijos y deben responder por ellos”.
Números para estar en alerta
De una encuesta que hizo Microsoft Argentina entre 1.200 niños de entre 11 y 17 años
►8 de cada 10 niños navegan en internet sin compañía de un adulto
►7 de 10 menores además dan su nombre y apellido reales
►6 de 10 chicos comparten videos y fotos personales en la web