Carina Luz Pérez
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“Lo que más extraño es la tranquilidad, en la ciudad hay mucha gente maleducada”, dice Rafael López Dale (27) luego de cumplir un año en la base Alejandro Carlini, de la Antártida, como médico residente. Los caminos de la vida lo pusieron en aquellos parajes, dónde la naturaleza se expresa en toda su plenitud y es posible ver una marcha de los pingüinos o el cielo estrellado tan cerca que encandila, por supuesto, cuando el invierno permite tener el cielo despejado.
A los 25 años, este joven mendocino terminó de cursar la carrera de Medicina en la Universidad del Aconcagua y como su otra vocación es ser militar, quizo entrar en el Ejército como profesional. “Tenía la oportunidad de hacer la residencia en el Hospital Militar General y me presenté, pero quedé cuarto y sólo había dos vacantes. Así que me ofrecieron hacer la residencia en un cuerpo de combate, que podría ser Infantería o ir a la Antártida. Al oír Antártida me dio un escalofrío, pero luego pensé “un año haciendo lo que me gusta, en un lugar único, qué aventura, y acepté”, recuerda Rafael.
El 2013 lo encontró en la base Carlini (ex Jubany), dónde debía atender a una dotación de 28 personas, en su mayoría militares, durante el invierno, pero luego esa población se triplica durante los meses de verano, cuando las misiones científicas concurren a tomar muestras de suelo, observar animales marinos o la flora de esa zona austral.
Esta base en particular está dedicada a la ciencia, y de hecho en de marzo de 2012 fue renombrada así en homenaje al doctor Alejandro Carlini, científico del Instituto Antártico Argentino, y como reconocimiento general a los científicos que realizan diversas prácticas en la Antártida Argentina.
Rafael era el único médico de la base y estaba dedicado a cuidar la salud de los que se hospedan allí, pero también de otras personas que pasaban por el lugar por diversas razones.
El 31 de diciembre pasado, luego de festejar su cumpleaños, operó a un turista que se había cortado los ligamentos de la mano en un accidente.
Carlini está sobre una isla, y acompaña otras bases de verano (Petrela, Primavera) o permanentes (Marambio, Belgrano, Orcadas), por lo que si es necesario Rafael también asiste al personal de esos lugares.
El día a día se reparte ente mantener la limpieza de la base, ayudar a los buzos que investigan o asistir alguna caída, que son muy frecuentes y ocasionan fracturas.
Este año Rafael se especializará en oftalmología, pero sin duda que si tuviera otra oportunidad volvería a ese paisaje “sobrecogedor”, como definió la combinación de mar, montaña y glaciar que caracteriza el entorno de la base.