Yaqueline Vásquez Sánchez y Lorena Sánchez se pudieron volver a encontrar 30 años después de que fueron separadas por una avalancha que arrasó con el poblado de Armero en la zona central de Colombia.
El encuentro se produjo el jueves en Bogotá, precisamente en el instituto de genética en el que una prueba de ADN confirmó que eran hijas de la misma madre.
"Hasta el domingo me enteré que resultamos siendo hermanas", comentó una emocionada Yaqueline, hoy de 39 años, mientras miraba a su hermana en medio de una nube de cámaras y periodistas.
Apenas la vio, agregó Yaqueline, lo primero que hizo --aparte de darle un fuerte abrazo-- fue constatar que casi tenían los mismos lunares en la cara y la nariz.
Lorena tenía dos años y diez meses cuando hacia las 11 de la noche del 13 de noviembre de 1985 --tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz-- toneladas de lodo y piedra se llevaron por delante todo y destruyeron lo que había en Armero con un resultado trágico de al menos 20.000 muertos.
Fue adoptada por dos excelentes padres, según su relato, quienes nunca le ocultaron esa condición.
A los 16 años, observó, "me entró como ese 'gusanito' de empezar a investigar sobre mi pasado". Un pequeño detalle la llevó a iniciar esa búsqueda: en el colegio donde estudiaba le pidieron un documento para poder recibir el sacramento de la confirmación. Entonces se enteró de que su madre biológica se llamaba Lilia María Sánchez, de quien nunca se volvió a saber después de la avalancha.
Hace un año Lorena, una veterinaria zootecnista de 33 años, se enteró de que existía una fundación llamada "Armando Armero", que dirige el periodista Francisco González, y que se ha dado a la tarea de reconstruir las historias de muchos pequeños que al parecer sobrevivieron y que se habrían perdido en medio del caos que ocasionó el alud.
En noviembre de 2015, en ocasión del trigésimo aniversario de la tragedia, Lorena viajó hasta Armero-Guayabal (como se conoce en la actualidad) y se hizo tomar una muestra de sangre para una prueba de ADN.
González puso de inmediato en Facebook un pequeño video en el que Lorena decía buscar a sus familiares y que era hija de Lilia María Sánchez. Yaqueline vio la cinta, llamó a González y, sin dudarlo, le dijo: "esa es mi hermana".
"Son cosas encontradas: de alegría, de ¿será que me va a querer? Es muy difícil explicar ese momento. Siempre hubo lágrimas" durante el reencuentro, explicó Yaqueline, una bordadora de profesión.
Al igual que Lorena, tampoco se queja de quienes la terminaron de criar: sus abuelos y sus tíos que le dieron todo. "No terminé una carrera profesional porque no quise", enfatizó.
Ambas tienen el recuerdo borroso de otra hermana que murió hace muchos años de leucemia. En cambio sí tienen claro que el día de la tragedia vivían en Guayabal, un poblado cerca de Armero.
Ese 13 de noviembre de 1985 Lorena era cuidada por una mujer que al ver que pasaban los días, y la madre de la pequeña no aparecía, optó por entregarla al estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que finalmente la entregó en adopción. Yaqueline, en tanto, estaba con su familia paterna de la que no se ha separado nunca.
Hoy Yaqueline vive en Bogotá con sus dos hijos y Lorena en la ciudad de Ibagué con su hija.
Tienen que recuperar el tiempo perdido "porque 30 años son 30 años", dijeron al unísono las dos mujeres, mientras un grupo de madres de Armero que aún no han podido encontrar a sus hijos las miraban con una mezcla de alegría y tristeza.
Como la odontóloga Claudia Ramírez, quien dice que nunca parará de buscar a su pequeño (en ese entonces) Andrés Felipe. Dice que lo vio en un video y que su corazón de madre le dice que está vivo.
Ramírez guarda la esperanza de que algún día el doctor Juan José Yunis, del instituto de genética, o Francisco González la llamen para decirle que Andrés Felipe apareció y está con vida.