“Es raro lo que pasa cuando vienen al teatro. La gente me ve y quiere
reírse”, asegura entre divertido y resignado Humberto Tortonese, que hoy se presenta al
frente de “El beso de la mujer araña”, a las 21.30, en el auditorio Fundación Astengo,
Mitre 754. El intérprete, que en sus inicios estuvo ligado al under, encaró nuevamente una pieza
teatral, luego de obras como “La voz humana” o “En familia”. Según contó a
Escenario, la obra de Manuel Puig lo sedujo desde la primera lectura: “Tenés que estudiar y
estudiar porque es puro texto. Iba a la radio, después a la tele, y a la mañana al ensayo. Ahí
pensé, si no tengo un derrame ahora ya no lo tengo, pero me gustó y acepté”, confió
Tortonese.
—¿Qué te interesó de esta obra de Manuel Puig?
—El año pasado estaba cerrando la actividad para este año. Quería seguir
haciendo radio porque hace como diez años que estoy con la Negra Vernaci, “RSM”,con
Mariana (Fabbiani); me habían ofrecido “El joven Frankenstein”. Ahí aparece “El
beso de la mujer araña”. Era diciembre y no daba más. Lo leí y acepté sin dudarlo. Lo que
tiene es que tenés que estudiar y estudiar porque es puro texto. Además iba a la radio, después a
la tele, a estudiar y a la mañana ensayo. Ahí pensé, si no tengo un derrame ahora ya no lo
tengo(risas).
—¿Te resulta complicado someterte al rigor de un texto y una puesta en
escena, algo tan diferente a lo que hacías en la época del Parakultural?
—Son cosas totalmente distintas. Uno lo disfrutaba. Con Urdapilleta, o con
Batato (Barea) en la época del Parakultural, hicimos obras y textos pero cada uno hacía lo suyo y
ni siquiera ensayábamos. Ibamos y estrenábamos. Era como una cosa bastante kamikaze, pero
funcionaba.
—¿Por qué funcionaba?
—Porque trabajar con ellos, aunque con estilos distintos, era confiar.
Sabés que del otro lado hay alguien que va a hacer algo genial. Y Urdapilleta la verdad que es un
gran actor que sigue sorprendiendo cada vez que hace algo. Hasta en los sketches con Gasalla decía
que no sabía qué iba a hacer y cuando salía era un monstruo.
—Fue como una especie de tortura adaptarte al director, al texto, al
actor...
—Lo que pasa es que tampoco fue tan así (risas) Yo estaba mal acostumbrado
a trabajar solo o hacer lo que quiero. Pero un texto es muy interesante porque encontrás a alguien
que responde.
—¿Desde dónde encaraste tu personaje para “El beso de la mujer
araña”?
—Primero estudio el texto y después ver de ese texto qué sale de mí para
ese personaje, un homosexual que cae por corrupción de menores en una cierta época. Pero que lo ves
y decís que no es un depravado. Es un tipo que se acostó con uno y la madre del otro lo denunció.
Es un soñador, que cuenta películas, al que el otro personaje intenta traer a la realidad. Y me
identifico con ese tema del cuento porque siento que cuando estoy hablando la gente escucha.
—¿Creés que con el texto se pierde la idea del juego?
—La frescura la vas logrando. A mi me pasa de decidir entrar en una
estructura y siento que puedo liberar también esa estructura. Me acostumbré a hacer lo que se me
antoja pero está bueno probar otra cosa. No quiere decir que disfrute más o menos o que no vuelva a
hacer lo otro. Lo bueno de cada año es poder cambiar y hacer cosas distintas.
—¿En televisión tenés algún tipo de limitación?
—Cuando me llamaron para lo de Susana, por ejemplo, que eran cinco
minutos, yo propuse la diputada Gasconcha. Nadie me dijo nunca que no diga esto o aquello. Yo hacía
lo que quería, sabiendo que era un programa de Susana a las 8 de la noche. Igual en la radio, con
la Negra Vernaci, podemos decir lo que sea. En la tele también, con Mariana, en “RSM”.
En realidad creo que cambió todo. La puteadas o lo que digas si es un poco fuerte, es según como lo
digas.
—¿El público te pide que hagas lo que ya conoce?
—Eso pasa. Por eso también es raro lo que pasa cuando vienen a verme al
teatro. La gente me ve y quiere reírse. Y en “El beso de la mujer araña” de podés reír
un poco, pero no es para reírse. Y me pasó que se ríen igual. Y bueno, que se rían. Dar algo
distinto a mi me gusta. Me pasó en “La voz humana”. De golpe te metés en un texto más
grotesco, o totalmente distinto a lo que pensabas. Está bueno cambiarles los códigos, que puedan
sorprenderse y que puedan ver otra cosa.