Editorial
La caída de Lázaro Báez, empresario indisolublemente ligado a las gestiones de Néstor y Cristina, marca un quiebre (otro más) en los caldeados ámbitos de la Justicia y la política.

Lázaro Báez, otro quiebre

Por UNO

El inefable periodista, escritor y ex funcionario menemista Jorge Asís sintetizaba el caso de Lázaro Báez y otros similares preguntándose si en realidad se trata de la genuina necesidad de hacer justicia, impulsada por un gobierno genuinamente avalado por las urnas o, en realidad, de una cacería política que pretende pulverizar todo lo que provenga de Cristina Fernández y sus seguidores.

Lo cierto es que la caída de Báez, empresario indisolublemente ligado a las gestiones de Néstor y Cristina, marca un quiebre (otro más) en los caldeados ámbitos de la Justicia y la política de la Argentina.

Apuntado por el lavado de dinero, el santacruceño deberá dar cuenta de cómo logró incrementar en más de 2.000% su patrimonio en la mentada "década ganada".

La detención en el aeropuerto de San Fernando, que incluyó un fuerte operativo policial, fue sorpresiva porque el juez Casanello temía que Báez, quien debe declarar, se fugara.

Una alerta del servicio de inteligencia había dado indicios de que el empresario tenía en mente gambetear la cita judicial.

La caída del mayor beneficiario de la obra pública en Santa Cruz se produjo 20 días después de que trascendiera el video de La Rosadita, donde su hijo Martín aparece contando miles de dólares.

Precisamente es la figura de este familiar directo quien puede resultar la pieza clave para que Báez acuerde dar pruebas concretas de sus negocios ilegales y, sobre todo, apuntarle a la figura de la ex presidenta.

Con Cristina y su hijo Máximo la relación se había deteriorado cuando dejaron el poder ya que los acuerdos previos de continuidad de obras públicas se cayeron a la par de Scioli y desde entonces el estrecho vínculo se rompió.

Ahora que Báez fue esposado, pasó la noche en una celda común y vivió el escarnio popular, la expectativa es que se confirme su rol estratégico en el circuito del dinero espurio y a qué altos funcionarios del gobierno kirchnerista alcanza su accionar.

Con Ricardo Jaime y Daniel Pérez Gadín también presos, la Justicia empieza a dar señales de que la impunidad no es eterna.

Sin embargo, a esos ciudadanos comunes que por estas horas celebran que los corruptos caigan, el presidente Macri aún les debe una explicación más seria y con pruebas acerca de su controvertida participación en una empresa offshore.