La semana pasada, diferentes religiones de nuestro país, a través de la Mesa de
Televisión y Valores, emitió un diagnóstico sobre ese medio tan importante para nuestra sociedad.
Por supuesto, la mayor preocupación de esta mesa es el horario de protección al menor y la difusión
de escenas cercanas a lo sexual. También soy crítico de la TV, pero no es un trasero o un pecho lo
que me preocupa. Eso es lo de menos. La bajeza de la televisión argentina no pasa por eso, sino por
su contenido en general. La locura del rating y la falta absoluta de respeto por una ley que no se
cumple desde hace más de una década es lo que hace de la TV abierta una expresión de mediocridad y
se aleje de su función tan necesaria para la sociedad. ¿Cómo puede transformarse nuestra TV?
Poniendo un poco de orden. En primer lugar, estableciendo que la difusión de cualquier producto se
limite a las tandas publicitarias, como debe ser; que el programa sea interrumpido por una tanda y
no que las publicidades se mezclen con impunidad en el interior del programa o que el conductor
introduzca chicles de una marca conocida en su vociferante bocaza y muchas otras barbaridades. En
segundo lugar, que todos los días, después de las nueve de la noche, los canales presenten una
programación diferente, para que el entretenimiento no se convierta en una rutina para el
espectador. Tercero, que se establezcan porcentajes en la grilla para cada tipo de programa, tanto
de novelas, tanto de información, tanto de programas cholulos y divertimento barato... Así se
garantiza la variedad y se obliga a los "creativos" a que empiecen a demostrar que lo son. Y por
último, que los canales del interior no sean simples repetidoras de los canales de Buenos Aires,
que tengan un sesenta por ciento de programación local diaria que respete los intereses de la
población y no los caprichos de los programadores a trescientos kilómetros de distancia. Esos son
los primeros pasos para lograr una televisión un poco mejor. Que sea creativa, seria y
comprometida, lo que no quiere decir que sea aburrida y acartonada. Se puede ser serio y
comprometido en el entretenimiento, siempre y cuando no sea la avaricia el rumbo sino la
creatividad y el respeto por el televidente.
Gustavo Rosa, DNI 16536260,