Cuando la violencia mata a seres inocentes, los familiares claman por el
esclarecimiento del asesinato. Cuando la inseguridad prosiga quitando impunemente la vida a cientos
de ciudadanos, otros familiares clamarán por esclarecimiento más venganza; nunca por educación,
justicia o salud. ¿Qué es lo que empieza a buscarse entonces? Que los asesinos sufran lo que ellos
ya están sufriendo. Desean transformarse en vengadores frente a la inacción del sistema. Surge así
el concepto jurídico americano: si la ley no la ayuda, la gente saciará su sed de venganza por
fuera de la ley. Es preocupante la expresión "sed de venganza" ya que sólo busca el ojo por el ojo
y puede detonarse erróneamente ante un motivo que no califica para la venganza. Jamás podremos
sustraernos racional y emocionalmente frente a un asesinato por robo, secuestro, resistencia,
potenciado por adicciones, cometido por menores, por reincidentes; pero también existen asesinatos
ante insultos, desprecios, palabras fuera de lugar, ofensas o rencores. No estamos preparados
técnicamente para calificar un asesinato. Alguien tiene que estar listo para actuar en ese caso.
Pero si el gobierno sigue siendo suficientemente incapaz como para impedir el accionar de la
Justicia ante una avalancha de inseguridad que vivimos, se facilitará el saciamiento de esa sed de
venganza y este Estado será enteramente responsable de la situación. No queremos anuncios
faraónicos de obras públicas, ni anticipos proselitistas de elecciones 2009, ni vuelos
extraoceánicos para que nos conozcan, ni peleas legislativas entre oficialismo y oposición por
temas que hacen solamente al afán de reelección, ni soportamos la vergüenza internacional que la
presidenta y su segundo en funciones se ignoren totalmente dividiendo un país en dos; no entendemos
a los ministros de la Corte Suprema aferrándose fríamente a la letra de la ley cuando su raciocinio
les indica la injusticia de liberar a los reincidentes que vuelven a delinquir o a los menores
viciados por drogas que no vacilan en matar cuando los largan en libertad por no alcanzar los 18
años, ni justificamos conductas policiales erróneas o faltas de ética. Lo que sí queremos es que
"la ley ayude para que la gente no sacie su sed de venganza por fuera de ella".
Rubén M. Baremberg,
DNI 6.012.531