Cristian Castro está más reflexivo que nunca. “El culpable soy yo”
confiesa en su último disco, y abre, como él mismo afirma, infinitas interpretaciones. El
intérprete mexicano, que cantará el jueves, a las 21, en el centro de convenciones Gran Paraná, del
casino City Center, también contó cómo ve a la Argentina: “Me da tristeza, siento esa sombra,
que es la crisis”. Y afirmó que lo impacta “la inseguridad y la violencia en las
calles”, propias de un país que transita “un momento de desencuentro”. Castro
dijo además que siente en sus shows en este país el efecto de la crisis: “La misma sangre
argentina, tan devota a la música, hoy está un poco distraída”.
—¿Realmente te sentís culpable?
—Sí, el culpable soy yo, totalmente, y es un título que me sorprende a mí
también. Me gustó porque es muy introspectivo, de juego mental y de terapia. Es para todo. Hay que
bancársela, lo bueno y lo malo. Sentí que era un título medular.
—En los vínculos románticos, que abordás en tus canciones, hay mucho juego de
culpable e inocente.
—Sí, claro, obviamente, más allá de todo, cuando uno pierde en el plano
romántico, más que echarle la culpa al otro es bonito decir, bueno, el culpable soy yo, y que sirva
para mí, porque al final, no es que me han puesto ninguna pistola en la cabeza para hacer nada.
— ¿Cuando se llega tan alto en la carrera profesional, qué viene después?
—Siempre poder hacer un lazo fuerte con cada país, como yo traté de hacer
con ustedes, en la Argentina. Y hacerlo con mejores herramientas y nuevas experiencias. Siempre se
espera tener un impacto y un lazo más fuerte. Sentir que la Argentina es tuya, como yo siento a
este país. Creo que mis canciones han significado algo, y marcaron un tiempo.
—¿No sentís que es contraproducente hablar de amor en un escenario cuando la
Argentina está inmersa en una crisis social y política tan grande?
—Mira, a mí me da tristeza. Veo a la Argentina con esta sombra, que nunca
la vi así, jamás, siempre la vi arriba. Pero hoy la veo desanimada a la Argentina. Siento esa
sombra, que es la crisis, y lo veo también en muchos países, como el mío, que atraviesa uno de los
peores momentos para mi gusto. En la Argentina, de pronto no ha sido tan afortunado este gobierno y
de pronto se derrumba el sistema en algunos aspectos.
—¿En qué la ves peor a la Argentina?
—La inseguridad es algo que nunca había sentido aquí, hay una violencia en
las calles que, al menos a mí que me tocó vivir el mejor tiempo del país, allá por los 80 y los 90,
me impacta esta realidad. Es un momento de desencuentro, es muy triste. Si alguien sintió la buena
gloria de la Argentina, ése fui yo. Siempre me fui de este país diciendo "qué lindo que es la
Argentina, qué país que funciona bien, que la gente está alegre, que llena los teatros", era todo
súper. Pero me da tristeza que no encuentren el camino.
—¿En tus shows en este país también percibís esta tristeza que remarcás?
—Quizá no haya como antes esa calma para la música, hoy parece que no está
la gente tan concentrada como antes en las canciones, en los discos, ahora están mucho en el texto,
internet los tiene a todos más robóticos, y la misma sangre argentina, tan devota a la música, hoy
está un poco distraída.
—¿Puede ser que tus canciones de amor sean bienvenidas porque en este marco son
una vía de escape para la gente?
—Exacto, creo que sí, creo que las canciones de amor, y lo que canto yo,
que es un romántico pop, pero también es un romántico formal, muy juvenil y muy melódico y también
meloso, si tú quieres, creo que es un estilo que apunta a alcanzar un sueño romántico. Me gusta
poder distraer al público y que tenga un paréntesis, un receso de amor, está bueno hacer viajar a
la gente. Sirve para que de pronto se olvide de su crisis, su pobreza, su angustia, sus deudas, su
situación, sus problemas de salud. Es un gran poder el de la música.