El cepo cambiario pasó a integrar la galería de ideas argentinas más polémicas.

Mercado sin histeria, pero el riesgo acecha

Por UNO

Por Guillermo Malisani

De Noticias Argentinas

El cepo cambiario pasó a integrar la galería de ideas argentinas más polémicas, y si bien el mercado financiero reaccionó sin histeria, el riesgo es que se desate una espiral inflacionaria que pulverice salarios.

Para preparar el terreno financiero, el Gobierno negoció créditos con bancos, con cerealeras y hasta con China, para evitar una disparada del dólar, pero la devaluación del 40% representa una amenaza latente.

El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso de Prat Gay, quedará también en la historia entre las 20 devaluaciones más grandes de la economía argentina.

En lo coyuntural, la city porteña mostró ayer un panorama habitual, sin nerviosismo, con ahorristas consultando pero lejos de aquellas multitudes que tras las salida de la convertibilidad en 2002 transitaban las calles del microcentro porteño.

En el Gobierno esperan que no haya un traslado directo a los precios, lo que de ocurrir significaría un hecho inédito en la historia argentina. Muchas empresas, industrias y distribuidoras vienen ajustando precios “en forma preventiva” desde el balotaje, cuando tras el triunfo de Macri vieron venir la salida del cepo y el aumento del tipo de cambio.

Al eliminar retenciones, Macri le pidió a ruralistas e industriales que no aumenten, y a los gremios bajar el ausentismo y la conflictividad.

Desde esferas oficiales insisten en un pacto social, una idea que en el país tuvo varios fracasos.

A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, la depreciación del peso argentino constituye un hecho traumático y de inmediata repercusión inflacionaria.

“Esto tiene un aroma a los ’90”, dijo, sin dar lugar a interpretaciones, el líder de la CGT, Hugo Moyano. 

El gastronómico Luis Barrionuevo anticipó que si hay aumentos y quita de subsidios, el reclamo gremial llegará al 50%.

Hasta ahora, la gestión macrista anunció eliminación de retenciones a ruralistas e industriales, en una medida elogiada no sólo por la dirigencia de ambos sectores sino también por un amplio abanico de economistas. Comunicó la simplificación de procedimientos para importar, que puede resultar vital para reanimar diversos sectores industriales que están a punto de paralizarse, pero también un riesgo para las pymes. En paralelo, el Gobierno tiene decidido eliminar subsidios a tarifas de gas y luz, que también impactará en sectores medios.

Con menos retenciones, un dólar alto, menos subsidios y devaluación, el Gobierno apunta a reanimar el aparato productivo, alentar exportaciones y recortar el déficit.

Todos los anuncios favorecen a exportadores y grupos económicos: la gente aún no escuchó medidas que le puedan mejorar su golpeado poder adquisitivo.