Por Luis Palma Cané, economista. Especial para Cronista.com
Es bien conocido el proceso de crisis que vive la Euroárea desde que se hizo visible la situación problemática de Grecia en septiembre 2009: alto déficit fiscal (12% del PBI) y elevada deuda publica (150% del PBI).
El necesario rescate recién llegó –debido al burocrático proceso de decisión de la Unión Monetaria- en mayo 2010, con un paquete de ayuda de 110 mil millones de euros; sujeto a ajustes realmente impracticables. Como era previsible, luego siguió el turno de Irlanda (diciembre 2010; 85 mil millones) y de Portugal (abril 2011; 80 mil millones).
Los ajustes draconianos solicitados a los tres países en general y a Grecia en particular, llevaron en mayo pasado al país heleno a solicitar un nuevo apoyo financiero, por un monto del orden de los 100 mil millones de euros; ya que el deterioro de su situación le impedía acudir en el período 2011/2012 a los mercados voluntarios de deuda. Han pasado dos meses y las autoridades de la Eurozona todavía no se han puesto de acuerdo! Entretanto, Grecia sufre violentas manifestaciones en contra de los increíbles ajustes exigidos.
Como si esto fuera poco, a fines de la semana pasada, al inefable Primer Ministro de Italia –Silvio Berlusconi- no se le ocurrió nada mejor que denostar públicamente a su Ministro de Economía; declarando que el plan de ajuste solicitado por la Eurozona (ante una deuda pública del 120% del PBI y un déficit superior al 6%) y diseñado por su ministerio, era socialmente impracticable y que – por lo tanto- iba a disminuir drásticamente su monto vía el Parlamento.
La reacción de los mercados no se hizo esperar: rápidamente, se produjo una corrida contra los mercados bursátiles de deuda soberana de Italia. Asimismo, el efecto contagio provocó también un fuerte impacto negativo en el otro país actualmente en la picota: España (con un déficit fiscal del 15% del PBI y una deuda del 60%). En ambos países, las bolsas sufrieron fuertes bajas y el riesgo de sus deudas soberanas superaron el récord de 300 puntos básicos sobre el “benchmak” alemán. Ante esta alarmante situación, las autoridades de la Unión Monetaria convocaron a una reunión de urgencia en el día de ayer en Bruselas…” con el objetivo de tomar rápidas (sic) medidas para conjurar la alta situación de riesgo existente”. Luego de todo un día de deliberaciones, lo único que se logró fue un lavado comunicado de buenas intenciones. Nada en concreto.
Como consecuencia de este dislate político, hoy a la mañana la situación empeoró. Finalmente, y como “la necesidad tiene cara de hereje”, a media mañana el Banco Central Europeo (BCE) -por las suyas- salió a intervenir mediante la compra de valores , evitando la cada vez más fuerte caída de los mercados. Por su parte, la reacción de las autoridades políticas sólo fueron nuevamente manifestaciones de buenas intenciones.
La conclusión es clara. Más allá de los problemas económicos que enfrentan todos los países del sur de Europa, es claro que los mismos continuamente se ven agravados por un problema político fundamental: la falta de “gobernabilidad” de la Unión, con una burocracia que lleva a más que peligrosas dilaciones en la toma de decisiones. Se hace necesario, pues, de manera urgente cambiar la actual metodología de decisiones por un esquema político que permita reaccionar de inmediato frente a los rápidos cambios de escenario que se van produciendo. A este respecto, como primer paso, sería conveniente la creación de un Ministerio de Hacienda de la Unión Monetaria, que tuviera la autoridad para coordinar y aprobar las políticas fiscales de los países miembros; como, así también, para intervenir velozmente en caso de ataques a los mercados. Caso contrario, los sofocones continuarán a la orden del día; con todas las consecuencias negativas que ello implicaría.