¿Cuál es el motivo de esta alegría? El resurgimiento de Cano, vieja ygloriosa institución que en los años `70 hizo famoso el nombre del Club Guillermo Cano y que ahorabusca retomar protagonismo como Club Barrio Cano. En rigor de verdad, Guillermo o Barrio da lo mismo. El "apellido" Canoes lo que identifica a esta institución que el sábado por la noche inauguró su estadio cerrado, alque ha denominado, con toda justicia, Carlitos Ojeda, en homenaje a un infatigable canista, que fuejugador, director técnico y dirigente. Hasta este acontecimiento de la semana pasada, el Cano estabadesaparecido. Nada se sabía de este club basquetbolero por excelencia que incluso ni participaba delos campeonatos locales. Era una ausencia lamentable la del club al que la prensa le puso "elequipo de las casas colectivas", en alusión al complejo habitacional de la zona en que seubica. No podía (no puede) seguir faltando de los campeonatos del básquetbollocal la institución en la que se formó, forjó y saltó a la fama el Rulo Becerra. Sí, mantuvo las divisiones inferiores y eso vale. Pero no vale que nojuegue la primera (este año retorna) de la entidad que en los finales de los `60 y principios delos `70 revolucionó el ambiente deportivo cuando se presentó a jugar finales luciendo novedosospantalones a lunares., en un equipazo que hizo historia con los ilustres hermanos Bátiz, el PepaFalcioni, el Lula Socchi, Castromán, Trillo, el Flaco Evans y hasta un hombre que hoy es parte delplantel de UNO, el Pachy Romero. También de Cano son los hermanos Lombardich. Faltan nombres aquí, seguro. Pero lo que no falta es un pasadoglorioso que abre las puertas a un futuro que quizás se le parezca y si no se le parece, no importaporque, por lo menos, ha revivido un club de barrio. Y eso es una buena señal.