"No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso. El mejor camino es el camino devuelta, que es también el camino imposible", escribió Alejandro Dolina en sus Crónicas del Ángel
"No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso. El mejor camino es el camino devuelta, que es también el camino imposible", escribió Alejandro Dolina en sus Crónicas del Ángel
Es claro que siempre queda la ilusión del retorno. La de volver el tiempo atrás, la de manipularlas agujas del reloj para recuperar lo que fue, lo que pudo ser y por ende, tanto extrañamos.
Cuánto darían los de River por volver a disfrutar de las mejores versiones del Burrito Ortega yel Muñeco Gallardo. Para volver a gozar con goles, pero no cualquier gol sino como aquellos de Enzo
Francescoli, Salas, Crespo y Cruz que venían con la añadidura de un circuito de toques que eran unverdadero poema.Los hinchas de Boca darían un dedo de la mano por volver a vivenciar los tiempos de las apiladasdel Negro Ibarra, las dulces combinaciones entre Riquelme-Cagna, El Melli Barros Schelotto y
Palermo que culminaban en goles y campeonatos. Cuand el Xeneize peleaba cabeza a cabeza con el RealMadrid y el Milan el cartel del más grande bajo la tutela del Virrey Bianchi.Y los de San Lorenzo pagarían un buque bus para trasportarse a los instantes en que el IngenieroPellegrini edificaba un equipazo de fútbol, con las postales sonrientes de Romagnoli, Ervitti,
Romeo y el Beto Acosta. Así el Ciclón sumaba a su rica historia, dos títulos internacionales.Por Avellaneda la memoria obligaría a un retorno más feliz, allí cuando el Mostaza Merloproponía un paso a paso desenfrenado hasta la culminación de un título, en el que no lucían pero se
hacían sentir, el mellizo Gustavo, Chatruc, Maxi Estévez o el Milito blanquiceleste. En la otramitad de Avellaneda matarían por eternizar al menos un par de horas alguno de aquellos felicesmomentos del Bocha, Marangoni, la Porota Barberón y el Mandinga Percudani...Acá en Mendoza, no faltaría quien quisiera volver una cancha e ir hasta la tribuna caminandotranquilamente por debajo de la del rival, sin más drama que un cascarazo de mandarina o una
consabida puteada. Y quien no pagaría tres vueltas alrededor del planeta en sentido reverso, comolo hacía Superman para ver a Carlovich, Marcucci, el Víctor, Fumagalli, Quique Lucero, Chufi Sosa,Mémoli, Genolet o Zolorza o quien a usted prefiera. En tiempos del que nadie conocía el nombre delentrenador y el sinsabor por una derrota se calmaba pateando basura por algún callejón y nodestruyendo un auto a piedrazos.Mañana es mejor, cantaba el flaco Spinetta. Sin embargo no son pocos los que sospechan que porahí todo tiempo pasado y no tan lejano fue mejor. Primero porque se supone que no es lo mismo tener
treinta años que veinte, cuarenta que treinta o cincuenta que cuarenta. Y en fútbol los años sevinieron de lo peor. El balonpié criollo es inferior al de años atrás. Basta ver, más allá de lasrarezas de Estudiantes o Velez, a los grandes en pilcha zaparrastrosa y a equipos calificados comoColón o Newell's quedándose en la grilla de partida de la Copa Libertadores.En Palermo, Ibarra, Romeo, Verón, Ortega o Gallardo, los últimos mohicanos de un pasado ilustredel fútbol argentino, quisiéramos recuperar los goles que gritamos, los que contamos, la grandeza
del pasado y el desprejuicio de nuestros veinte años. En definitiva, los tiempos idos que noshicieron felices, ese sueño imposible del retorno...