La vida, la suerte o quizás el destino lograron que Oscar Rocky Flores, una de las promesas delboxeo nacional entre 1982 y 1983, no llegase a ser el campeón del mundo que todos esperaban. Y tal
vez, si aquel 25 de setiembre del '83, en la estación de José C. Paz no hubiese ocurrido elaccidente ferroviario, que le extirpó la mano derecha, hoy estaríamos hablando tal vez de "qué esde la vida de" aquel ex campeón ecuménico de los peso gallo y gran noqueador (que lo era), y no de "qué es de la vida de" ese gran proyecto pugilístico que quedó olvidado en un andén.Nació en Mendoza e hizo gran parte de su carrera como aficionado en el medio local. Pero un día,cansado de la mala paga y acompañado de los buenos resultados (hizo aproximadamente 180 peleas, de
las cuáles perdió 4), decidió quedarse en Buenos Aires, sin saber que iba a convertirse con eltiempo en, como él dice, "el único ahijado deportivo que tuvo Tito Lectoure".Sus comienzos fueron prematuros. A los 10 años se topó con Miguel Ángel Tello, un tipo que "levantaba" quiniela y que lo vio pelear en una riña callejera. "Él fue quien me descubrió",
rememoró el hoy DT, y agregó que "una vez fuimos con mi papá a ver la pelea de Nicolino Locche a lacasa de un vecino, al que tuvimos que pagarle un peso cada uno para poder sentarnos frente altelevisor". En ese momento se decidió: "Yo cuando sea grande quiero ser boxeador, le dije en esemomento a mi viejo". Actual. Rocky, con su hija menor Yanina, enseña boxeo en el gimnasio dela Federación Mendocina. Además posee un local de ropa en la Galería Caracol.Y los sueños de aquel pibito que vendía diarios en el centro mendocino, y que fue lustrabotas,limpiador de autos, mozo de la pizzería De un rincón de la Boca, panadero, y hasta vendedor de
calzados, comenzaron a tomar forma cuando decidió abandonar Mendoza e irse a José C. Paz, en BuenosAires, paradójicamente, donde quedó trunca su carrera como boxeador. "Cuando volví de un torneo enGuadalajara, México, decidí quedarme en Capital. Yo estaba muerto de hambre, quería ser el mejor ydejar de ser pobre", expresó el tunuyanino, y sumó: "Le dije a Francisco Morillas que me quedabacon mi tía unos días. Pero era mentira. Entonces hice contacto con un boxeador y me hizo llegarhasta Germán Luco. Llegué a José C. Paz y lo encontré. Me dio lugar en su gimnasio y así empezó mivida en Buenos Aires".En Mendoza, su técnico por aquel entonces era Canaleta Olivares y la noticia de que Rocky sehabía quedado en la Gran Ciudad no había caído nada bien. Y eso quedó demostrado el día que por
primera vez pisó la meca del boxeo nacional, el Luna Park. "Esta gente era muy amiga de SantosZacaría y me llevaron para que yo guanteara con Sergio Víctor Palma (campeón mundial pluma juniorAMB de 1980 a 1982). Y yo escuchaba que hablaban a espaldas mías, y no quisieron. Entonces me pusea hacer un poco de bolsa y gimnasia". En ese instante apareció Tito Lectoure. "Se hizo un silenciomuy grande y me tocan la espalda. Era mi padrino, que me dijo '¿qué hacés acá?'. Y yo, luego desaludarlo, le contesté que tenía hambre y que en Mendoza no me pagaban nada".La charla fluyó: "Tu profesor está loco porque no sabe dónde estás y dice que le han robado elboxeador", le comunicó Lectoure a Rocky, quién le contestó: 'Quédese tranquilo que a él no le han
robado nada'. Entonces me dijo 'bueno, seguite entrenando y cuando termines vení a verme a mioficina', lo cual hice un rato después"."Me fui a verlo, hablamos y me regaló dos bolsos llenos de ropa de boxeo. Tenía una tremendaoficina", comentó Flores y agregó que "me quería quedar en Buenos Aires. Entonces él, luego de un
tiempo, me buscó un departamento cerca del Luna Park y me dejó entrenar ahí. Pasó una semana y yatenía mi casa en Juan B. Justo y Corrientes".Luego comentó: "Debuté como profesional, pero un tiempo antes fui a su oficina y le dije siquería ser mi padrino", expresó, agregando que "con el tiempo más que su ahijado pasé a ser su hijo
adoptivo, porque él no los tenía. Pienso que muchas veces le dí las alegrías que un padre debíatener. Él fue el gran regalo que me dio la vida". Tal es así que luego del accidente Lectoure lepuso un quiosco para que trabajara en la puerta del Luna.Llegó el tiempo de boxear en la meca. De sus nueve combates rentados hizo ocho en el Luna y unoen Mar del Plata. "No llené el Luna Park como un gran campeón del mundo, pero sí lo hacía como una
persona respetuosa hacia todo y porque me consideraban un gran boxeador", finalizó Rocky. Cuando le dieron el alta. Tito Lectoure, Oscar Flores y Nicolino Loccheposaron para la foto de aquella época.El recuerdo de aquella trágica madrugada del 25 de setiembre en la estación de José C. Paz y desu padrino Tito (fallecido el 2 de marzo de 2002) quedó en algunas lágrimas, que le dieron paso a
su reinserción en el mundillo del cuadrilátero como DT, hoy por hoy, de un grupo de pibes en elgimnasio Francisco Paco Bermúdez de la Federación Mendocina de Box.