Por Andrés Gabrielli
La vida política argentina es una jungla. Cada vez más peligrosa. Más salvaje. Menos digna para aquellos que no sean grandes cazadores o predadores.
La única lógica que domina la espesura es la del ataque y contraataque permanentes. En una escalada sin tregua.
Como corresponde a la Argentina histórica, es un escenario faccioso, divido en dos bandos irreconciliables.
De un lado, revistan los representantes de la Cadena de la Felicidad –la Cadena Nacional y sus satélites–, donde se relatan las maravillas de un país idílico.
Enfrente se ubican los gladiadores de la Cadena del Desánimo, que sólo ven una realidad opaca bajo los humos del supuesto infierno nacional.
Nada nuevo bajo el sol. Ambos clanes animan una disputa de larga data.
Lo que ha mutado, sí, es la virulencia, por ahora verbal, del combate.
Entre Dios y el periodismo hot
Se suben las apuestas al máximo desde cada trinchera.
Cristina Fernández, en un discurso pronunciado el jueves sobre diversos temas, acuñó la frase de la semana. “Sólo hay que tenerle temor a Dios... Y a mí, en todo caso, un poquito”, dijo la Presidenta, como advertencia a sus funcionarios.
Por esas horas, el miembro más ascendente del Gobierno, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, señalaba en el programa televisivo 6,7,8: “Lo que habría que hacer es bajar el precio de la chapa y fundir al señor Paolo Rocca”. El mandoble fue en respuesta al principal accionista de Techint, quien, además de no asistir a la cena de la industria con la Presidenta en Tecnópolis, había señalado la pérdida de competitividad que hoy padece la Argentina.
En el ejercicio de dar y recibir, el contragolpe más subido de tono lo dio la revista Noticias que eligió, como título principal de su tapa, El goce de Cristina. Lo ilustra un dibujo de la Cristina en trance de sensualidad extática. La imagen pertenece al clip Un mensaje más, video hot de la banda Rockadictos donde, en un momento, se muestra a la Presidenta en una actitud masturbatoria.
Para completar la respuesta mediática, Clarín se abocó ayer a recolectar en su portada lo más granado de las voces disidentes (todas las voces todas) ante lo que llamó “Otro discurso que trajo polémica”. El diario lo enmarcó como “fuerte reacción opositora” a los dichos de Cristina y, también, de Kicillof.
En el discurso de marras, recordemos, la Presidenta, en directa alusión al grupo Clarín, había dicho: “La cadena del desánimo tiene fecha de vencimiento, y es el 7 de diciembre”, cuando la Ley Medios alcance su plena vigencia.
He aquí la madre de las batallas.
Rayos y centellas que dan miedo
Al hombre de a pie, la magnitud de esta tormenta le genera una honda inquietud.
¿Hasta dónde llegarán las amenazas desde el poder y cuál será la magnitud de los distintos cepos que se ciernen sobre la vida privada de cada uno?
Del mismo modo, cabe preguntarse: ¿es un acierto lo de Noticias, una muestra de periodismo transgresor y valiente? ¿O es pornoperiodismo liso y llano, un borrar los límites del decoro y del respeto que merece la imagen presidencial?
Lo cierto es que todos están jugando con fuego. Las cadenas periodísticas, claro está. Pero también el Gobierno, que salió a bancar la toma de colegios en la Capital Federal e, incluso, la parodia a Mauricio Macri por parte de un grupo de docentes, sólo para mortificar al jefe de Gobierno porteño.
Si justifica la burla a Macri, ¿con qué autoridad protestar por el pecado erotómano de Noticias?
Valga la metáfora. En el filme Aguirre, la ira de Dios, el alemán Werner Herzog describe el estado de delirio e irracionalidad que acomete al conquistador Lope de Aguirre y a sus fieros soldados que vagan, frenéticos, en pos de El Dorado, con el consecuente derrumbe colectivo.
Alguien –¿quién?– debería ponerle un cacho de sensatez a este desaguisado.
Paco, a las cosas
El gobernador Francisco Pérez, pese a su filiación cristinista, es un hombre común. Y sufre esta coyuntura como cualquiera.
Nada le podría resultar peor a su administración que verse envuelto en una batalla de las dimensiones cósmicas que venimos describiendo.
¿Cómo escapar a esa trampa?
De la manera en que lo entendió hace poco: abocándose a los asuntos domésticos.
En Mendoza tiene mucho por hacer, si bien parte de su buen pasar habrá de bajarle, en algún momento, desde el Gobierno nacional.
En la agenda local tiene asuntos mayores y menores que atender.
Entre los primeros, figura su gran apuesta personal de esta etapa: las reformas constitucional y política.
Tarea difícil. Tanto como sanear las cuentas públicas.
En pos de la cruzada reformista, su propia tropa le viene dando señales positivas. El peronismo, cuando “tiene que ir a los bifes”, se encolumna por un acto reflejo. Lo lleva en los genes.
El problema es lidiar con la oposición. En especial, con los radicales.
La UCR arrastra una vieja malformación que se hizo crónica: es un monstruo, una Hydra de, hoy al menos, cuatro cabezas.
Para negociar, en el toma y daca, temas como el retoque constitucional, el desdoblamiento de elecciones o el financiamiento de los partidos, los hombres del PJ deben charlar, al mismo tiempo, cuando menos, con el presidente radical Alfredo Cornejo, con los ex gobernadores Julio Cobos y Roberto Iglesias, y con el senador Ernesto Sanz.
Sin contar a Víctor Fayad, un francotirador sin peso en la Legislatura.
Es tan poco fiable ese disperso frente radical que la posibilidad de arribar a una reforma seria es un enigma.
Cosas pequeñas y una estafa
Entre los objetivos de la gestión pura que interesan a Pérez, como el cambio en Salud o la autarquía del Poder Judicial, saltó en las últimas horas un asunto que puede levantar una moderada polvareda.
La Dirección General de Escuelas ha detectado, auditoría mediante, una posible y gran estafa de algunos colegios privados al Estado. Se relaciona con los subsidios que reciben para el pago de sueldos.
Parece ser millonaria.
“Podríamos ahorrarnos, en esta materia, unos 20 millones de pesos por año”, detalló una fuente del Gobierno. “Y esto se viene haciendo desde hace cuatro años”.
Cuestiones del pago chico. Que lo relevan, por fortuna, a Paco de involucrarse en la fiera batalla de los Titanes.