Situado dentro de una vitrina de cristal en el taller de Guo Ming se encuentra un complejo reloj esqueleto de fase solar-lunar, donde la aguja es un eje decorado con la forma del sol por un lado y la luna por el otro. A diferencia de los relojes tradicionales que se les da cuerda con el
mecanismo de resorte, este reloj requiere del uso de su manivela de palo de rosa para dar cuerda manual.

Inspirada en la torre del reloj de la capital suiza, Berna, esta creación fue el primer reloj artesanal de Guo cuando era aprendiz del relojero independiente suizo Frank Jutzi. A pesar de su diseño exquisito – fue incluso presentado en la feria internacional Baselworld en 2017 – Guo insiste en que apenas cumple su estándar de perfección.
Sin embargo, sí admite que es su “creación más preciada”. Después de todo, fue este reloj el que le hizo ganar un lugar como el candidato chino más joven en la prestigiosa asociación suiza de relojeros independientes, la Académie Horlogère des Créateurs Indépendants.

“Mi entrega a los relojes artesanales no se debe meramente a una obsesión con los relojes. Se trata de querer mostrar el encanto de la obra artesanal y cómo cada parte es única y está impregnada de los sentimientos del artesano”, sostuvo Guo. “Hoy en día la artesanía se está volviendo obsoleta. La industria de la relojería está cada vez más dominada por máquinas de
precisión de vanguardia que pueden producir relojes de alta calidad con un nivel alto de continuidad”.

Actualmente Guo es parte de un grupo creciente de relojeros independientes chinos que han estado llamando la atención de los aficionados de relojes de todo el mundo. Luego del debut de su reloj y un tourbillon volante de bolsillo en la feria Baselworld 2017, Guo exhibió su reloj de pulsera artesanal La diosa Chang’e volando a la Luna en la edición de la feria del año pasado. En el evento de este año presentó un nuevo reloj de pulsera llamado Blooming, que presenta la imagen de llamas y 500 diamantes en el cuadrante. El reloj se vendió por casi u$s 30.000. Sin
embargo, incluso eso fue algo pequeño en comparación con el reloj de pulsera personalizado que una vez creó para un coleccionista en el Medio Oriente que cuesta varios millones de yuanes.

La pasión de Guo por la relojería comenzó como una fascinación sobre cómo los distintos componentes dentro de las máquinas de coser que su padre reparaba interactuaban entre sí. De niño su recompensa por terminar sus tareas era aprender cómo funcionaban estas máquinas. El
nacimiento de su amor por los relojes fue en 1998 cuando encontró un trabajo a tiempo parcial en una tienda local de relojes vintage en Melbourne, Australia, donde estudiaba para obtener un diploma de negocios. “Estaba simplemente intrigado por todos los relojes antiguos a medida que abría y limpiaba sus estuches. Me parecía increíble que las partes de estos relojes, hechos hace 300 años, brillaran como si fueran nuevos. Sentía como si hubiera abierto una caja de tesoros”.

Guo estaba tan cautivado con los relojes que decidió renunciar a la universidad en el 2000 para aprender relojería en Hong Kong. Después de graduarse, abrió un taller de relojes en Shanghai mientras trabajaba como profesor en la Facultad de Técnica Industrial de Shanghai. Para perfeccionarse, se acercó a varios especialistas locales, pero descubrió que muchos no querían enseñar sus habilidades a un extraño.
Luo Weiping, un maestro relojero de Shanghai, fue uno de los que rechazó a Guo en 2003. Para él, Guo parecía una persona idealista e impulsiva que no se comprometería con la artesanía. Sin embargo, Luo finalmente cedió después de ser testigo de la pasión, la persistencia y el conocimiento del joven en el manejo de las herramientas profesionales en su taller.

En 2012, Guo se fue a Suiza, un país conocido como el epicentro de la industria de los relojes en el mundo, para aprender más sobre este arte. Allí, tuvo la oportunidad de convertirse en intérprete en la feria Baselworld, donde conoció al aclamado maestro relojero Frank Jutzi.

“Aproveché cada momento que tuve para hablar con él y pedirle consejo. Al final de la feria que duró una semana, junté coraje para preguntarle si podía ser su aprendiz. Me rechazó, diciendo que no me conocía bien, pero me dijo que viajaría a China para visitar mi taller ese verano. Supe
que era una gran oportunidad para mi”.

Jutzi pasó un mes en Shanghai ese verano, discutiendo sobre relojería con Guo e incluso visitando a su familia. En septiembre de ese año, Jutzi le dio la bienvenida a Guo en su propio taller donde el relojero chino naciente tuvo más de 40 lecciones en técnicas de relojería. Fue también bajo la guía de Jutzi que Guo completó el reloj esqueleto de fase solar-lunar. “Es un
maestro estricto”, sostuvo Guo. “Pone atención en cada detalle relacionado con la calidad y la estética de un reloj. Es un gran relojero que me ha ayudado a superar los desafíos de una carrera
en el campo”.

Guo afirmó que desea promocionar más a China por medio de sus relojes, que siempre vienen con elementos de la cultura tradicional china. También planea abrir su propia escuela para enseñar relojería. Es probable que enseñar este conocimiento a los más jóvenes sea fácil para el
nativo de Shanghai. Todos los años desde 2017, un estudiante destacado de un secundario vocacional en relojería en Suiza asiste a un programa gubernamental de intercambio en su taller.

Esta experiencia, señaló Guo, ha hecho maravillas en descartar falsas ideas. “Solían pensar que los relojeros chinos eran solo capaces de copiar a los suizos. Aquí empiezan a descubrir que
también tenemos el mismo nivel de pasión y profesionalismo por la artesanía”.

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