“La devaluación realizada por el gobierno trajo un beneficio a mitad del ciclo tal como había pasado en 2002 y sin duda mejoró la ecuación en pesos, pero igual el tipo de cambio sigue lejos de lo que debería”, argumentó, para aclarar que el productor que más se benefició “fue aquel que pudo y supo financiar la campaña 2013/14 en pesos a tasas fijas”.
Con este escenario en desarrollo, asoma una campaña 2014/15 que estará marcada por enormes dificultades para financiarse con capital que no sea propio teniendo en cuenta el salto de las tasas de interés, y donde la negociación por el precio de la tierra tendrá un lugar probablemente aún más preponderante que durante la campaña pasada.
“Las variables financieras tendrán cada vez más gravitación en la rentabilidad de la campaña, más todavía que las variables productivas”, explicó Romano, para quien además el chacarero es en promedio un empresario “muy poco sofisticado financieramente hablando”.
Ante esto, una porción importante del empresariado agropecuario elegirá retener la soja todo lo posible “como reserva de valor” y ante la perspectiva de que la devaluación prosiga su marcha después de julio, aunque llegado el momento de pagar deudas no habrá más alternativa que liberar los porotos al mejor postor.
Competitividad en baja. Romano propuso como ejercicio que antes de ver el impacto de la última devaluación, conviene repasar el desempeño del sector durante los últimos tres años.
Según apuntó, los costos de producción se dispararon para los productores medidos en dólares por hectárea, no sólo por la dolarización de los precios de los insumos, sino también por el fuerte impacto de los costos de estructura que responden a gastos internos, como reparaciones en infraestructura y mano de obra.
“Lo que percibimos es que desde 2010 a esta parte claramente la inflación le ganó a la devaluación, lo cual terminó generando una inflación en dólares que a su vez se tradujo en una pérdida de competitividad para el sector”.
Lo que también pasó a la par de esa pérdida de competitividad fue que los precios de los commodities atravesaron un ciclo de aumentos fuertes que ubicaron el piso de cotización en un nuevo nivel histórico, mas elevado que en años anteriores.
“El deterioro en la competitividad de los productores quedó compensado en buena parte por el alza de los precios internacionales de la soja”, dijo, aunque aclaró que durante los últimos meses esos precios “también se amesetaron”, haciendo mas evidente la pérdida de competitividad. “Hoy en día la rentabilidad del productor sufre, ya que cayeron todos los resultados netos, lo que llevó a que el año pasado sólo ganó el que hizo soja para la campaña 13/14, ya que el margen bruto del cultivo no llegó a cubrir los costos de la tierra”, agregó el consultor durante su exposición.
Por supuesto, la ecuación fue otra para los dueños de los campos, mientras que los que arriendan “quedaron lejos del punto de equilibrio”. “La devaluación realizada por el gobierno trajo un beneficio a mitad del ciclo tal como había pasado en 2002 y sin duda mejoró la ecuación, pero igual sigue lejos de lo que debería”, argumentó.
En ese punto, Romano se preguntó quién se benefició de que la cotización oficial del dólar pasara de 6 a 8 pesos. “El productor que más ganó fue el que invirtió para esta campaña en pesos a tasas fijas, aquellos que tomaron créditos bajo esa modalidad” dijo, para agregar que por eso el beneficio de la última devaluación depende de cómo se haya financiado cada productor para la campaña 13/14.
Hábitos que no cambian. Por esta y muchas otras razones de orden no sólo macroeconómico, sino también sociológico y hasta cultural, el productor agropecuario argentino promedio se aferra a la soja todo lo que puede. “La soja y el dólar son verdes, pero para los productores la soja es mas verde que el dólar”, dijo Romano.
Respecto a la evolución de la situación económica para el resto del año, estimó que el futuro próximo “asoma tranquilo” ya que a partir del mes de abril comenzarán a entrar por la puerta grande los dólares de la soja, lo que servirá para recomponer las reservas del Banco Central.
“El gobierno está comprando tiempo hasta julio y después se verá que pasa, si se arregla con el Club de París, cómo siguen las tasas, y otras cuestiones”, subrayó.
El problema para el sector es el tiempo que llevan los proyectos agropecuarios: “Para la nueva campaña, si bien hay una devaluación acelerada en realidad el alza de las tasas de interés configura un panorama de financiamiento muy acotado”.Ante la sequía de créditos, habrá que sembrar la soja con quintales propios: “para la siembra de la soja el financiamiento tendrá que ser propio”, afirmó el especialista, quien afirmó que esta situación llevará a los productores a tener que liquidar parte de la oleaginosa y a aguzar el ingenio financiero para buscar canales no convencionales, algo que a los productores “les cuesta muchísimo”.
En conclusión, y siempre según los argumentos expuestos por Romano, para la campaña 13/14 hubo un salto en el nivel de ingresos en pesos como resultado de la devaluación a mitad del ciclo, aunque a la hora de evaluar el nivel de ganancia hay que ver de qué manera se financió cada productor.
Para la campaña 14/15 habrá que estar atentos a ver si hay otro salto devaluatorio: “esto probablemente ocurra, es un riesgo que hay que evaluar”.
Por este motivo, remarcó, lo ideal será buscar financiamiento en pesos.