Por Luciano [email protected]
Los censores de las buenas costumbres ya tienen algo nuevo con que criminalizar a pibes y pibas.
Los censores de las buenas costumbres ya tienen algo nuevo con que criminalizar a pibes y pibas.
Por Luciano [email protected]
A ver si entendés. Apagá eso, bajá el volumen. Sos un ruido, una interferencia.
Se ha decidido una métrica social, cultural y desentonás, aún más con ese aparatito propagador de tu antiestético submundo. Tu música no tiene altura ni intensidad y menos rítmica. Rompés la melodía, estás lejos, muy lejos del modelo de ciudadano que nos merecemos, que nos creemos. Tus decibeles no tienen lugar en la partitura. Hace rato que no tenés voz, menos te merecés parlantes.
Aislate, ponete los auriculares y bajate rápido y en silencio cuando llegue tu turno, cuando llegue tu hora, cuando el rutinario circuito marque el momento que te escupa del transporte público para dejarte en alguna parada donde seguro seguirás desentonando. Sos joven y pobre, e irrumpís con tus ruidosas huellas en los espacios de los que aspiran y no llegan; incomodás a los resentidos.
No te olvidés de que no tenés derechos y el que está a tu lado está reclamando que ya comenzó el suyo.
Se harán campañas, se pondrán carteles y, si es necesario, alguna ley. Habrá que confiscar esos celulares y apresar a los que los activan. Habrá que subir las fuerzas del orden a los colectivos para terminar con los orilleros del mal gusto, esos mismos que en cualquier momento pueden caer en el adoctrinamiento de La Cámpora o, algo peor, el del Partido Obrero. Esos pendejos y pendejas que se comunican en su dialecto y no se preocupan por el dólar paralelo.
Los censores de la estética tendrán que abrir un nuevo buchón 0-800 para denunciarlos e interceptarlos in fraganti, para enseñarles a esos qué se debe escuchar. Y de paso, por qué no, marcarles pautas del buen vestir, de buenas maneras y modales. Ya que no se los puede dejar detrás una gran muralla ni fusilarlos en ella; habrá que atravesarles “con la verdad” el cerebro para que no se sigan escapando de los límites del sentido común que tanto ha costado construir.
Si prohibir es tan fácil y siempre consigue entusiastas redactores de proyectos y ejecutores, hay que poner a los censores en acción. Éstos tienen años de experiencia en la sencilla profesión de la moral gorilácea en distintos temas de cotidianidad citadina. Deben urgentemente encausar a estos pibes y pibas que no aprenden, que reinciden en rebeldía, que no escuchan a sus maestros, que se alejan de la fe, y para colmo hay quienes los quieren dejar votar a los 16 años; estos jóvenes que seguro serán los primeros en ir a buscar buenos precios a La Saladita.
Dime qué escuchas y te diré quién eres, dónde lo escuchas, y evidenciarás de dónde vienes, con qué lo escuchas y qué te merecés.
En síntesis, o más bien en claro, queda demostrado que hay una avanzada sobre quienes escuchan música con sus celulares en los micros. Y esto no es un dato menor. Está plagado de connotaciones discriminatorias y criminalizantes contra quienes simplemente dejan que se evidencien los gustos, la cultura, los sentires, el arte que los representa, que los conforma y les da una identidad dentro de sus grupos.