Cuando los planetas se acercan al Sol, éste les imprime más velocidad porque la gravedad es mayor y cuando el planeta está en su punto más alejado con respecto al Sol, va a su menor velocidad.
Las órbitas elípticas también funcionan de igual modo para los satélites de los planetas. En este caso, atendemos a la órbita de la Luna con respecto a nuestro planeta. La órbita de nuestro satélite es elíptica, de tal forma que cuando se encuentra más lejos de la Tierra está a 406.000 km y, por el contrario, encuentra su punto más cercano a 356.000 km. Es una diferencia grande de 50.000 km.
El fenómeno de las superlunas, que en realidad se llaman lunas de perigeo, se produce precisamente cuando coincide la Luna llena en su perigeo, o el punto de máxima aproximación a la Tierra. Nunca se da a la misma distancia. La combinación de la llegada de la Luna llena exactamente al apogeo (coincidiendo que esta sea exactamente llena), da lugar al fenómeno de la superluna. Entonces la Luna se nos muestra más grande y más brillante de lo normal.
Pero para que se dé una superluna de verdad tiene que coincidir exactamente que ésta esté en el perigeo, ni una hora antes ni una hora después, y esto es muy difícil que pase. En realidad ocurre cada 15 o 18 años, de modo que la próxima que coincida exactamente en el perigeo siendo Luna llena total será para el año 2028.
Este hecho no ocurrirá este martes día 9. No obstante, tendremos una (casi) superluna, la última de un ciclo de tres, que se ha dado este año (aunque ha habido 4, más la que falta para el 8 de octubre): el 12 julio, 10 de agosto y ahora el 9 de septiembre, completan el triplete. La de agosto fue de las tres, la más grande, acercándose a la Tierra de tal manera que no ha ocurrido en los últimos 20 años, esto se acerca más a la auténtica superluna. Aunque normalmente las lunas llenas llegan a su perigeo cada 13 meses y 18 días, así que la siguiente superluna (otra vez, casi), será el 14 de noviembre de 2016.
La superluna del 9 de septiembre se verá un 14% mayor desde la Tierra que otras lunas llenas y además un 30% más brillante, que no es poco, para el brillo tan intenso de una Luna llena normal.
Cómo ver la superluna
En realidad tendríamos que haber visto muchas lunas llenas para poder compararlas con la superluna. El problema de ver una superluna es que no tenemos referencias, una vez que está alta en el cielo parecerá del mismo tamaño que cualquier Luna llena, eso sí, más brillante.
La única manera de poder comprender la demasía de tamaño es comparando la Luna con objetos que estén en el horizonte, como árboles, montañas, edificios, etc. Así pues, el mejor momento para ver la superluna es precisamente cuando empiece a salir del horizonte E, si tenemos un horizonte completamente despejado.
Así que no espere a que la Luna suba, perderá todas las referencias terrestres y parecerá una Luna llena más. En realidad, el gran tamaño que aparenta la Luna es un efecto óptico, precisamente por compararla con objetos cercanos a nosotros. De lo contrario, nunca podríamos apreciar el tamaño de una Luna llena normal con una superluna.
Qué ocurre en la Tierra con las superlunas
Dada la proximidad de la Luna a la Tierra, se producen “mareas vivas”. La atracción gravitatoria de nuestro satélite es mayor a menor distancia, e influye de manera singular sobre las mareas.
Todas las lunas llenas producen mareas vivas, ya que la Luna se alinea con la Tierra y el Sol, y la Luna y el Sol “tiran” con su gravedad de los mares y océanos, con más fuerza, “recogiendo” y “soltando” las aguas de forma más acentuadas. Las mareas vivas más fuertes en cuanto a la Luna se refiere, se producen con las superlunas, así que durante el 9 de septiembre, se podrán observar, en los lugares costeros, mareas muy altas y muy bajas.
No hay más influencias en la Tierra de una superluna que las mareas vivas, nada de catástrofes naturales como terremotos, erupciones volcánicas, etc. Si ocurriera sería una casualidad.
Fuente: ABC.es