Por Julieta Tojeiro
La autora es parte del equipo del Instituto Sincronía (Buenos Aires), especialista en estrés, ansiedad y emociones
Llega el período en el que la mayoría de las familias hacen una pausa o bajan el ritmo vertiginoso laboral y académico. Para muchos padres es momento ideal para disfrutar al máximo de los hijos y transformar los días de receso en momentos emocionalmente saludables.
La atención plena nos brinda un marco seguro y calmo para convertir momentos cotidianos en momentos de calidad. En EE.UU., Canadá y Europa aplican con éxito programas de reducción del estrés basados en mindfulness (atención plena), desde hace más de 30 años, por el Dr. Jon Kabbat Zinn (1982), quien define la atención plena como la "regulación intencionada de la atención momento a momento."
Existe suficiente evidencia científica que demuestra que la práctica de la atención plena ayuda a potenciar la salud física, mental, y la relación interpersonal. Proporciona niveles de bienestar interior, equilibrio mental, claridad de ideas y mejora del rendimiento.
Esta capacidad para poder estar atento 100% es moneda corriente para los chicos. Por ejemplo, cuando están jugando con algo que les gusta o cuando se dejan maravillar ante un objeto nuevo. La atención plena consiste en prestar atención a lo que ocurre en cada instante que se vive. También implica prestar atención a lo que ocurre en nuestro interior (pensamientos, emociones y sentimientos), dándole una mayor comprensión de lo que sucede a uno.
Ahora, ¿cómo aprovechar estas vacaciones para comenzar a conectarnos con lo más valioso que tenemos como padres? Esto es algo que se va ejercitando de a poco, cultivando la paciencia y acompañando el proceso. Es posible incorporarlo luego a las rutinas más agitadas. Si lo podemos comprobar por nosotros mismos y ser conscientes del impacto emocional que tiene en nuestra vida y en la de nuestro hijo, rápidamente podremos incluirlo en nuestro modo de vida, regalándonos bienestar.
Una guía de actividades posibles para lograr un tiempo de calidad emocional con nuestros hijos. Es sólo cuestión de disfrutar y de encontrar espacios para practicarlo.
• Disponerse para un rato de calidad: despojarse por unos minutos de todos los dispositivos tecnológicos (celular, computadora, TV, etcétera), para sentarse junto al hijo y prestarle atención al ritmo de la propia respiración.
• Juego de observación: observar el paisaje, detenerse en cada aspecto que nos regala la naturaleza, aprovechando al máximo el sitio en el que nos encontramos disfrutando de las vacaciones. Seguramente habrá en el entorno sonidos, colores, plantas o vistas que no son habituales o, si lo son, poder ampliar la forma de observar seguramente hará la diferencia.
• Juego del proceso: al compartir una comida, una actividad posible es charlar con el hijo sobre el recorrido que hacen los alimentos (de a uno por vez) desde su origen hasta que llegan a la mesa. Es fundamental no intervenir y escuchar muy atento lo que cada uno dice.
• Juego de los sentidos: elegir un sentido (tacto, olfato, gusto, audición, vista) y enfocar la atención en él, intentando no valerse de los otros sentidos para centralizar la atención en uno por vez. Por ejemplo, oír los sonidos con los ojos cerrados e identificar su procedencia.
• Caminata de los sentidos: realizar un paseo con la consigna de oler, mirar, tocar lo que el camino muestra y luego compartir lo que cada uno observó.
• Jugar con los niños como niño: esto muchas veces es lo más difícil. Se debe a que algunos padres sienten la necesidad de "educar" constantemente teniendo dificultades para fluir por un momento en el juego del niño. Pero los niños entienden mejor que nadie el encuadre del juego. Sólo se trata de fluir y pasar un rato descontracturado.
• Pintar mandalas: colorear mandalas es una de las meditaciones activas que más se han difundido en los últimos años. Muchas escuelas han incorporado esta simple actividad que tiene amplios beneficios a la hora de relajar tensiones, enfocar la concentración y conectarse con el interior a través del trazado de colores y formas. Esta actividad puede ser realmente placentera si se acompaña de música tranquila.
Esperando que estas actividades sirvan de orientación para dejar fluir la imaginación y facilitar el aumento de momentos de conexión emocional con los hijos, les dejo esta bella reflexión de Theodor Roosevelt: "Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés".