Dijo presente algún nuevo rico chirriante. Pero también estuvo el empresario pyme que la yugaen serio con ideas de progreso y que no necesita exhibir el anillo de sello. Hablamos de la visita de Eduardo Duhalde a Mendoza para aceitar la campaña presidencialistaque está realizando por el país. Esta vez la aprovechó para sellar su padrinazgo al inclasificableCristian Racconto y lanzar su movimiento industrialista. Esta es una provincia donde este ex presidente nunca tuvo seguidores muy convencidos.
Mantené distancia En realidad, Mendoza no es de propiciar demasiada onda con los presidentes de la República.Los respeta, los valora (cuando se lo merecen), pero los tiene ahí. Tenemos con ellos esa cosa brechtiana de distanciarnos de algo para poder comprenderlo. Poreso es que nos cuesta aceptar esa entrega incondicional que, por lo menos hasta hace unos días,tenía Celso Jaque con el matrimonio presidencial. Ese desmedido amor de nuestro gobernador (para colmo no correspondido en los hechos) ha sidoconsiderado poco mendocino.
No es Esta vez la visita de Duhalde sirvió, además, para que el vicegobernador Cristián Raccontosacara chapa de "ahora sí soy alguien en la política. ¡Estuve dos días sentado al lado de Duhalde!".De la boca del bonaerense salió un piropo político extraño. Dijo que le parecía que nuestrovicegobernador "no es hipócrita". Lo cierto es que hubo cierto tufillo a naftalina en varios de los encuentros que Duhaldeprotagonizó aquí.
Repasemos El peronismo puede ser tan exasperante como entretenido. Y así es como pasamos de los sargentones Kirchner, que tienen a raya a curas, militares yempresarios que no se les cuadran, a este Duhalde que habla de reencontrarnos con curas, militaresy empresarios. El espiche duhaldista es conciliador ("no podemos pelearnos con los empresarios; losnecesitamos a todos para producir riqueza"), casi un remanso dentro de la confrontación constantede los Kirchner, el matrimonio político que más se ha enriquecido en la gestión de gobierno. EmpachadosLa semana pasada ya habíamos tenido una primera sobredosis con la visita de otro expresidente peronista, "el Adolfo" Rodríguez Saá, quien se floreó por esta provincia intentandovendernos que él es, hoy más que nunca, parte del peronismo renovador. Anteriormente había sido el turno de Felipe Solá, un político en apariencia más moderno ydúctil, que, sin embargo no logra remontar en las encuestas que miden la posible intención de votoen el primer mundo justicialista.
Que vengan con Uvasal Ahora nos dimos otro atracón con Duhalde. Está claro que el marido de Chiche es alguien conmucha más enjundia política que el puntano Adolfo. Así y todo, uno está tentado a pensar que es muy difícil que el ciclo del bonaerense puedareverdecer en la Rosada. Pero no perdamos de vista que estamos hablando de peronismo, un terreno donde, como en lossueños, todo puede corporizarse. Temblamos de sólo pensar quién pueda ser el próximo visitante de Mendoza del "renovado" PJ. Descartamos al bueno de Antonio Cafiero, porque acabamos de verlo muy a gusto en su nuevo rolde actor almodovariano en Pájaros volando, la última película de Capusotto.
Sí o sí"La Argentina es un país condenado al éxito", solía decir Duhalde –para combatir nuestro desánimo– en aquellos aciagos días de 2002, cuando le tocó conducir el país en medio de la peormala onda cívica que se recuerde. Hay que reconocerle al personaje el haber logrado que pasáramos aquel fiero chubasco y quetodo ocurriera dentro de los carriles institucionales. No fue poca cosa.
Todos hablan En cambio, Duhalde no fue nada optimista cuando aquí le preguntaron su opinión sobre elgobernador Celso Jaque."Es increíble –dijo– todos me han hablado mal del gobernador Jaque". No hubo énfasis en su respuesta, aunque sí una contenida picardía. Duhalde estuvo en Mendoza cuando Jaque estaba en Brasil y la provincia se encontraba a cargode Cristian Racconto, su flamante socio. Lo concreto es que , dicho con justicia o no, el aserto de Duhalde sobre Jaque es digno decomentarse.
Malargüe no es Mendoza Ocurre que Celso Jaque es uno de los políticos más extraños que ha dado Mendoza. Encontrar a alguien que defienda a Jaque es casi una misión imposible. Hace un tiempo escuché un sarcástico comentario de un profesor universitario que explicaba elraro "tono"de Jaque en que "no es mendocino, es de Malargüe". Kirchner o Cristina, por ejemplo, tienen detractores pero también tienen admiradores,inclusive algunos muy jugados, y no hablo de los rentados, como los de la Televisión Pública, sinode gente del común. Jaque no logra concentrar defensores en la calle.
Es el cargo, señores Sin embargo, y pese a esa imposiblidad de contactar plenamente con los ciudadanos, CelsoJaque tiene algo muy importante a su favor. Está muy bien contenido por la institucionalidad mendocina: acá el cargo de gobernador tienetodavía un aura de respetabilidad muy importante. Eso hace que, como dice Duhalde, todos le hablen mal de Jaque, pero que al mismo tiempo todosrespeten el cargo de gobernador. Y lo banquen. Eso es algo que no debería perder de vista el propio Racconto, quien de ser "alguien de lagente" o un funcionario "que no salió de la política" ha terminado, en su aventurado afán político,aliándose con los "aparatos" y no con la susodicha gente.